Agónico final

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Pues al final no supimos, bien a bien, si Luis Miguel encontró o no a su madre; mañosamente nos dejaron en suspenso para la segunda temporada. La incógnita que sí se despejó es que la selección mexicana pasó a los octavos de final, milagrosamente, después de una paliza a manos de los suecos y gracias a los ahora amados coreanos. Lo que también sigue en el aire es lo que ocurrirá el próximo domingo.

Todas las encuestas, absolutamente todas, dan por ganador al proyecto social-populista, encarnado por el mesías tropical. Y lo peor de todo es  que ninguno de sus contendientes ha podido decir, a lo largo de la campaña, que ya lo empató. Todo el tiempo lucharon penosamente por el segundo lugar y lo peor es que en esta competencia no aplica el repechaje.

Por ambiciosos y soberbios, no quisieron impulsar la segunda vuelta electoral, lo que habría salvado a México de caer en manos de esa izquierda corrupta y trasnochada. Pero eso sí el que quede tercero cargará con la mayor parte de la responsabilidad y con el consecuente descrédito, mismo que lo acompañará hasta el último día de su vida.

En la Ciudad de México ocurre algo similar, aunque parece ser que la contienda es mucho más cerrada.  Francamente pensé que la unión entre PAN y PRD les daría un triunfo holgado, pero todo indica que será un final de fotografía.  Este escenario tan precario se reduce a lo que señalé hace meses:  que los de Morena iban solos, mientras que los actores políticos ubicados del centro hacia la derecha se peleaban entre sí.

Si ponemos atención a los números, y para esto no se requiere ser un actuario del ITAM, veremos que la suma del Frente y del PRI resultaba en un empate con Morena. Ellos lo vieron desde hace mucho tiempo, mientras que Videgaray y compañía se quedaron atascados en 2006.

Solamente un milagro, como el que nos regalaron los coreanos, podría evitar la catástrofe populista. Pero la gente sigue dudando si debe votar por el PRI o por el PAN; y todos tienen un montón de explicaciones y teorías para justificar su voto. Lo que es cierto e indiscutible es que los que nos han gobernado durante los últimos 18 años, fueron incapaces de ponerse de acuerdo.

Ni siquiera para la Ciudad de México, en donde el PRI es un muerto viviente, pudieron llegar a un acuerdo con el Frente.  Como lo dije en su momento, un acuerdo con ellos les hubiera garantizado muchas más posiciones que con las que seguramente saldrán después de este proceso.  Obviamente, aquí también llevan responsabilidad panistas y perredistas, quienes pagados, de sí mismos, se pueden llevar una amarga sorpresa.

Así como los bots en Twitter no votan, tampoco el triunfo lo otorgan los acarreados a los mítines. Lo que sí hace ganar a un candidato, es el trabajo: el de la calle y el político. Este último, por cierto, se traduce en dinero y en estructuras capaces de llevar gente a las urnas. Ya veremos de qué cuero salen más correas.

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