Promover y fortalecer la unidad

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Foto: larazondemexico

Superados con holgura los artificiales presagios de miedo y conflicto post-electoral, lo que sigue es promover y consolidar la unidad.

A pesar de las tensiones de campaña, los mexicanos votamos en paz, y en paz conocimos los resultados. Esa es la unidad que aun en la diferencia, debemos preservar, no ya como recurso frente a una eventual división, que no se dio, sino como fortaleza para enfrentar juntos los grandes desafíos del país.

Bien ha comenzado la transición. Hay buena voluntad y diálogo, pronunciamientos conciliadores, colaboración para el relevo y acercamiento de sectores con el virtual ganador de la elección presidencial, entre otras señales que favorecen la confianza y la estabilidad.

Tal ha sido la dimensión de la victoria de Morena, que su candidato y virtual ganador de la elección obtuvo, sin considerar los votos de los otros partidos que lo postularon, 25 millones, 186 mil votos; más sufragios de los que recibieron juntos PAN, PRI, PRD, Verde, Movimientos Ciudadano y Jaime Rodríguez, que en total consiguieron 24 millones, 861 mil, de acuerdo con los cómputos finales preliminares del INE.

Es evidente que Andrés Manuel López Obrador logró atraer una considerable cantidad de votos de militantes y simpatizantes de los otros partidos, así como la mayoría de los jóvenes que sufragaron por primera vez.

La decisión popular ha sido clara, pero para fortalecer la unidad y el espíritu democrático se requerirá evitar la tentación que supone la victoria arrasadora. Escuchar a las minorías será indispensable.

La oposición deberá lograr por méritos propios, mediante actitudes consistentes y argumentos sólidos, que su voz sea algo más que un testimonio, y constituirse en contrapeso, aun desde su condición claramente minoritaria.

PAN, PRI y PRD tendrán que reinventarse, refundarse, nacer de nuevo, si fuera el caso, para volver a tener peso real en el concierto nacional. México requiere un sistema de partidos fuerte, con institutos políticos competitivos y con capacidad de acción opositora o de gobierno. Por ahora, los electores decidieron darle un poderoso respaldo a López Obrador.

En el plano internacional, el desafío mayor es la relación con el presidente estadounidense Donald Trump, tan predecible como imprevisible y cuya única consistencia es su errática conducta. En contraste afortunado, el virtual ganador de la contienda presidencial ha optado por la moderación y ha comenzado por respaldar al actual equipo negociador del TLC.

Apoyado en su gran base electoral, el nuevo gobierno habrá de alentar la participación ciudadana, porque la magnitud de los desafíos demanda acción conjunta y mucha colaboración y compromiso.

Es amplio el cúmulo de ámbitos que debemos atender todos, como individuos y como país, en tanto que el gobierno entrante en diciembre tendrá que promover y trabajar desde ahora para consolidar el respaldo del que goza y, más aún, para asegurar la unidad de los mexicanos en lo fundamental.

Este fortalecimiento del entramado social y político es indispensable para enfrentar los retos que tiene México y que requieren acción inmediata en el caso de nuestras dolencias más sentidas: inseguridad, corrupción, impunidad y pobreza, así como en los casos de nuestras aspiraciones más profundas: justicia y desarrollo social, crecimiento económico, bienestar y oportunidades para todos.

(*) Especialista en derechos humanos y secretario general de la Cámara de Diputados.

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