Nuevas expectativas

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Foto: larazondemexico

Muy lejos parecen haber quedado los juicios iniciales de los medios tradicionales, tanto de señal abierta como de paga, respecto a la capacidad competitiva de los servicios de distribución de contenidos en línea, conocidos como OTT (over the top).

El gigante indiscutible de los OTT, Netflix, sigue dando evidencias de su capacidad disruptiva en el mercado de los contenidos audiovisuales.  De acuerdo con especialistas, esta empresa, que nació como un servicio de renta de DVDs a domicilio, se ha transformado en la plataforma favorita en línea en el consumo de películas, series y documentales, en buena parte del mundo.

Netflix ha demostrado una innegable capacidad para adaptarse a los retos que el mercado le va planteando. Desde hace tiempo, sus ejecutivos entendieron que para seguir creciendo, la empresa debía ingresar al complejo mundo de la producción de contenidos (o bien, de adquisición de contenidos en forma exclusiva, que se comercializan bajo su marca). Durante 2018, de acuerdo con proyecciones divulgadas por la revista británica The Economist, Netflix planea invertir entre 12 y 13 mil millones de dólares en contenidos “propios”.

El presupuesto para producción y adquisición de contenidos de Netflix es gigantesco: supera la cifra de inversión proyectada de cualquier estudio cinematográfico, o bien, de cualquier compañía de televisión para contenidos diferentes a los eventos deportivos.  Con esta inversión, Netflix planea poner a disposición de sus suscriptores más de 80 películas, mientras que el estudio más significativo de Hollywood, Warner Brothers, estrenará en las salas cinematográficas poco más de 20 largometrajes.  Adicionalmente, el gigante tecnológico buscará incluir en su repositorio digital alrededor de 700 programas televisivos, de diversos géneros, como dramas, comedias, documentales y contenidos para la niñez.

Uno de los aspectos que se atribuyen al éxito y crecimiento sostenido de Netflix, además del éxito inusitado alcanzado por alguna de sus producciones, como la serie House of Cards, radica en la comodidad que el servicio bajo demanda representa en la experiencia del usuario o suscriptor.  A través de esta modalidad de servicio, el suscriptor no está sujeto a horarios específicos para consumir los contenidos que le interesan.  También, respecto a la mayor parte de títulos que se ofrecen, no es necesario esperar semana a semana para continuar con la historia que siguen los ávidos televidentes.

La influencia en el mercado de este gigante, y en menor medida de servicios similares, como Amazon Prime Video, está cambiando las reglas de estos negocios.  A partir de esta nueva realidad, muchos explican operaciones como la adquisición de Time Warner por parte de AT&T; la nueva estrategia de Rupert Murdoch para deshacerse de buena parte del negocio de la Twenty Century Fox y los planes de Disney para entrar de lleno a las plataformas OTT.

Existen, no obstante, factores de riesgo presentes en este nuevo paradigma. El precio de la acción de Netflix, por ejemplo, ha probado ser extremadamente sensible al cumplimiento de sus proyecciones en el crecimiento de su base de suscriptores. Al revelarse que la empresa no logró sumar 6.2 millones de nuevos clientes durante el segundo trimestre de este año (alcanzó 5.2 millones), el precio de su acción se desplomó en alrededor de 14%.

Un crecimiento sostenido y agresivo de los suscriptores de OTT no depende exclusivamente de su oferta de contenidos.  La ausencia de cargas regulatorias y la disponibilidad de banda ancha para acceder a sus plataformas, ambos factores que no dependen de estas empresas, juegan un rol importante.  Por ello, si bien es cierto que las OTT encabezadas por Netflix han superado cualquier expectativa, también lo es que a medida que avance el tiempo, se observarán ajustes importantes en la conformación de este mercado.

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