Se cumplieron 100 días de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador y las encuestas presentadas en diversos medios de comunicación confirman un amplísimo respaldo ciudadano a su administración.
¿Qué ha pasado en estos 100 días para que la aprobación de AMLO toque el 80 por ciento en muchas mediciones? ¿Es sostenible este número?
Primero, vale la pena diferenciar los elementos que valoran los ciudadanos para aprobar o rechazar a un gobierno. Dicho de manera simple: las formas, y el fondo.
AMLO entiende y utiliza, como nadie, las formas. Sabe que una buena parte de su victoria tuvo que ver con el hartazgo ciudadano a elementos intangibles como los excesos, la lejanía y la percepción generalizada de corrupción entre la élite gobernante.
Desde hace años, le construyó símbolos a estos males, que hoy sigue aprovechando. Anunciar la venta del avión presidencial, cancelar las pensiones de expresidentes, abrir Los Pinos al público o simplemente mostrarse en situaciones de vida cotidiana, aunque no resuelve ningún problema de fondo, le permite comunicar que México ha entrado en una nueva era. Una nueva forma de gobernar.
La otra parte es mucho más compleja: el fondo. Las acciones, las decisiones y los programas que atiendan los problemas reales de la vida de los mexicanos.
En este rubro AMLO ha sido muy estratégico en su comunicación: ante cada crisis u obstáculo, hay una vacuna: los responsables de ese mal son los neoliberales, los conservadores, el PRIAN, la Mafia del Poder. Así ha comprado tiempo.
Pero si bien la comunicación estratégica es una de las herramientas más importantes para gobernar, nunca podrá suplir lo que viven los ciudadanos en su día a día.
Por eso, el peor error que podrían cometer en Palacio Nacional es creer que el 80 por ciento de aprobación significa conformidad con la situación de fondo del país y la vida real de las personas.
Para muestra, el desglose de la encuesta de El Universal: aunque el 79.4 por ciento aprueba en términos generales su actuar, no hay ningún rubro específico que genere un respaldo similar.
El apoyo cae desde el 65 por ciento al combate a la corrupción, 53 por ciento al combate a la inseguridad, o 50 por ciento al manejo de la economía; hasta el 28 por ciento al manejo de marchas y plantones. El número que sí se acerca al 80 por ciento, es el 73 por ciento que cree que el país mejorará con AMLO en la Presidencia.
¿Qué significa esto? Que, si bien la aprobación del nuevo gobierno se basa en parte del respaldo al cambio en las formas, la mayor parte descansa en la expectativa o esperanza de que el fondo mejorará eventualmente.
Y para esto, las conferencias mañaneras no serán suficientes. Tarde o temprano se agotará la paciencia y en ese momento deberán estar listos para presentar resultados.
Por su parte, la tarea de la oposición es acortar la paciencia de los ciudadanos, dejar la reactividad en el debate público, marcar la agenda, y provocar que ésta se trate cada vez más del fondo, no de las formas.