Germán Martínez: no es el neoliberalismo

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Foto: larazondemexico

Renunció al IMSS Germán Martínez. Su carta es una lección de dignidad. Escribió: “El Presidente del Gobierno de México proclamó el fin del neoliberalismo, pero en el IMSS algunas injerencias de Hacienda son de esencia neoliberal: ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal, y un rediseño institucional donde importa más el 'cargo' que el 'encargo'”.

Como explica José Fernández Santillán: “La tesis fundamental del neoliberalismo, según lo postulado por sus más insignes defensores, como Friederich von Hayek y Robert Nozick, es la del Estado mínimo, que en nuestro ambiente ha sido traducido como el 'adelgazamiento del Estado'.”

Afirmar que ahorrar a costa de la salud de los trabajadores asegurados en el IMSS es una actitud neoliberal parecería entonces adecuado, pues ese ahorro conduce a un Estado mínimo, al menos en materia de atención a la salud. Pero la 4T está reduciendo el gasto en salud no sólo para entregar apoyos directos a la población sino para la construcción de una nueva refinería, de un corredor transítsmico y de un tren en la península de Yucatán. Entonces el asunto es más complejo que meramente usar o no la etiqueta de neoliberalismo.

En el caso del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, debemos agradecer a Germán Martínez advertirnos en su carta cómo está siendo llevado al fracaso. “Se han despedido trabajadores eventuales -dijo-, con las disposiciones de Hacienda, cuando muchos de ellos podrían estar incluidos en el programa prioritario de Jóvenes Construyendo el Futuro”. Este problema no es exclusivo del IMSS; porque ya han aparecido las empresas abusivas que reclutan a decenas de jóvenes en el marco del citado programa, sin capacitarlos realmente en alguna actividad productiva. Debe investigarse si quienes más solicitan becarios realmente les entregan la totalidad de los recursos o hay moches ocultos. Pero, haya o no corrupción, lo que es un hecho es que oficios socialmente útiles están siendo desairados por funcionarios encargados del programa más famoso de la 4T, como lo denuncia Martínez. Peor aún, a veces son desairados por los propios jóvenes que prefieren el camino fácil: trabajar poco y en algo sencillo para recibir la ayuda, en vez de llevar una jornada ardua de aprendizaje y recibir la misma cantidad de dinero del mismo programa. No quieren sudar en un hospital viendo sangre, en una pequeña empresa o aprendiendo a producir miel y resistiendo alguna picadura de abeja, cuando tienen la opción de dizque administrar redes sociales, dormitar en una oficina o manejar un equipo de sonido unas cuantas horas por semana. Tal vez no sea neoliberalismo, es quizá peor porque inculcará la holgazanería y la trampa entre los becarios.

En el discurso contradictorio de la 4T, sería mejor producir en México antirretrovirales para pacientes con VIH y factor de coagulación para personas con hemofilia. Pero es un sueño guajiro que ni los más fervientes morenistas se creen. Jamás ocurrirá mientras a los investigadores mexicanos en microbiología y en hematología les estén quitando recursos de sus laboratorios, no puedan asistir a congresos de su especialidad, ni se seleccione a los mejores para las plazas, sino que se contrate a los “compañeros de lucha”. Así que no es exactamente el neoliberalismo, es otra cosa y podría ser aún peor.

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