Dos cartas a Trump

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El presidente Andrés Manuel López Obrador ha enviado una carta a Donald Trump, en la que responde a la amenaza de subir aranceles hasta un 5% en todas las importaciones, a partir del próximo 10 de junio, si México no frena la migración. En su cuenta de Twitter, Trump dijo que la presión arancelaria se aplicaría “hasta que los inmigrantes ilegales que pasan por México paren”, lo cual es contradictorio, ya que buena parte de los migrantes atraviesan legalmente el territorio mexicano. Comienzan a ser “ilegales” o “indocumentados”, cuando cruzan la frontera con Estados Unidos.

No es la primera vez que el Presidente escribe a Trump. El 12 de julio de 2018, el mandatario electo envió una carta a su homólogo estadounidense, escrita en un tono muy distinto. López Obrador invitaba amistosamente a Trump a trabajar juntos en una estrategia bilateral en comercio, migración, desarrollo y seguridad. AMLO daba por sentada la “buena disposición y el trato respetuoso” de Trump y, a cambio de una colaboración para el desarrollo, que contuviese la migración, ofrecía “recorrer las aduanas mexicanas hacia el sur”, reducir impuestos en la zona libre en un 20% y hasta la mitad de lo que se cobraba por el IVA.

“Si la primera era una misiva que daba por hechos acuerdos implícitos, éste es un mensaje abierto, en el que el destinatario no es, únicamente, Trump, sino las clases políticas de ambos países y la opinión pública global”

La propuesta inicial de López Obrador parecía subordinar el control migratorio a la colaboración para el desarrollo y el libre comercio. Algo perfectamente racional, pero de muy limitada asimilación en un político como Trump, que da un sentido racista y xenófobo a su estrategia migratoria y que, a diferencia de todos sus antecesores, desde Ronald Reagan, no tiene una visión positiva del libre comercio. Desde aquella primera carta de AMLO eran perceptibles las claves de la actual disputa.

El tono más firme de la segunda carta, del 30 de mayo de 2019, está totalmente justificado. Si la primera era una misiva que daba por hechos acuerdos implícitos, éste es un mensaje abierto, en el que el destinatario no es, únicamente, Trump, sino las clases políticas de ambos países y la opinión pública global. Con la respuesta de López Obrador, México entra finalmente en el juego duro de la retórica bilateral, en un momento en que el liderazgo de Trump abre múltiples flancos de conflicto a nivel doméstico e internacional: impeachment presidencial, China, Irán, Rusia, Venezuela, Cuba…

“El mandatario mexicano golpea a Trump en una zona especialmente sensible cuando reivindica a dos presidentes de Estados Unidos, con los que el actual inquilino de la Casa Blanca no se identifica: Abraham Lincoln y Franklin Delano Roosevelt”

Que el texto de AMLO es una carta abierta queda claro desde el momento en que el presidente mexicano acusa a Trump de querer convertir a Estados Unidos, “de la noche a la mañana”, del “país de la fraternidad para con los migrantes del mundo en un gueto, en un espacio cerrado, donde se estigmatiza, se maltrata, se persigue y se expulsa”. Por si quedara alguna duda de que se trata de la exposición de una diferencia ideológica, López Obrador dice a Trump que el lema “Estados Unidos primero” es una “falacia”, ya que “por encima de las fronteras nacionales, prevalecen la justicia y la fraternidad universales”.

El mandatario mexicano golpea a Trump en una zona especialmente sensible cuando reivindica a dos presidentes de Estados Unidos, con los que el actual inquilino de la Casa Blanca no se identifica: Abraham Lincoln y Franklin Delano Roosevelt. Es difícil, de hecho, señalar alguna identificación reconocible de Trump con presidentes de Estados Unidos en los dos últimos siglos. El intento de asociarlo a Ronald Reagan, por parte de sectores de la opinión pública conservadora, se deshace en cuanto se revisa la política migratoria y comercial de Washington en los años 80.

Los dos párrafos finales de la carta, en los que AMLO llama a “profundizar el diálogo” y anuncia el próximo viaje del canciller Marcelo Ebrard, contienen la salida diplomática a este conflicto que, si no se maneja con la mezcla precisa de flexibilidad y firmeza, puede derivar en un grave diferendo bilateral. La coyuntura no juega a favor, dados el incremento del potencial migratorio centroamericano y la cercanía de las elecciones de 2020 en Estados Unidos.

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