Hay que asumir que mientras esté en la Casa Blanca Donald Trump vamos a vivir en una montaña rusa.
Asumirlo permite desarrollar estrategias y alternativas para adelantarse a lo que se va a venir, lo cual será probablemente más complicado y, sobre todo, más grave y con consecuencias difíciles de advertir. Veremos qué se nos viene en 90 días cuando se revisen los acuerdos adoptados en Washington.
Las cosas para el Presidente se están complicando internamente. Quizá se esté replanteando aquello de que gobernar al país era “fácil”. Estos seis largos meses dan cuenta de la complicada situación que se está viviendo para el país, en lo interno y lo externo.
Asumir que con Trump todo es y va a ser contracorriente va a colocarlo, tarde que temprano, en los terrenos de los enfrentamientos y lo va obligar a elevar el tono de sus discursos. Se tomó una pausa estos días que le va a dar margen de maniobra; es claro que el tema migrante no va a desaparecer de un día a otro ni con 6 mil elementos de la recién formada Guardia Nacional.
En la tormentosa relación con Trump, más vale que se parta de que nada de lo que se haga le va a parecer satisfactorio al empresario-presidente. Entre más nerviosos y acorralados nos vea y sienta, más nos va a presionar. Los acuerdos de Washington pueden dejar de tener vigencia para Trump en cualquier momento.
El gobierno lo debe saber y considerarlo de manera estratégica. Lo relevante de tener claridad en esto es que los acuerdos a los que se llegó para evitar la imposición de aranceles por el tema migrante, al rato puede devenir en una nueva exigencia por cualquier otro asunto, como el narcotráfico, seguridad nacional, armas y si quiere le seguimos; algo inesperado puede aparecer en la cabeza de Trump y a ver cómo le hacemos.
Es para considerarse que el país, a partir de hoy, está militarizado en el norte; EU tiene soldados en su frontera con México y en el sur, con los efectivos de la Guardia Nacional. A esto se suma que al interior tenemos militares en funciones de policías por doquier; se supone que con la creación de la Guardia Nacional las cosas van adquirir otra dimensión.
Ayer la embajadora de México en EU decía que en un mes o mes y medio, con la presencia de la Guardia Nacional en 11 municipios de la frontera con Guatemala, habrá resultados.
Lo que hay que asumir y contemplar son las consecuencias que puede tener el hecho de que estamos rodeados de militares en el país, con la violencia intensificándose en varios estados y en la propia capital.
¿Qué tan relevante resultó el acuerdo de Washington? No perdamos de vista las letras chiquitas. Trump ha informado, o amenazado según se vea, que hay elementos que no se han dado a conocer, quizá lo dijo en referencia a lo informado por los mexicanos. Faltan, efectivamente, muchas cosas por informar y explicar.
Lo que es cierto es que, por lo pronto, el acuerdo sacó al país de un gran apuro que, entre otras cosas, permite espacio y, sobre todo, le quita ruido a la etapa en que está entrando el T-MEC. El gran problema para que el tratado sea aprobado sigue estando en EU, por la evidente falta de acuerdos entre el presidente Trump y los demócratas, en particular con la combativa congresista Nancy Pelosi.
El acto del sábado en Tijuana fue de consumo interno, pero no por ello menos relevante. Tiene que ver con las manifestaciones y formas propias del gobierno.
Lo que no conviene es hacer verlo como una victoria; es parte de un proceso. Algo que nos tendremos que preguntar es sí con la Guardia Nacional en nuestra frontera sur no le estamos construyendo a Trump el muro que dijo que nosotros pagaríamos.
RESQUICIOS.
El Mundial Femenil de Futbol confirma que estamos ante la nueva gran fiesta del juego. Son muchas las virtudes futbolísticas de las jugadoras, pero sobre todo, admira su lealtad por el deporte y por sus adversarias, y por cómo dejan que fluyan los partidos sin hacer escándalo donde no lo hay; lo que les importa es el juego.