México tiene la dicha y la desgracia de ser vecino de la nación más poderosa del mundo, con todas las ventajas y desventajas —económicas, políticas y sociales— que ello conlleva. Una relación simbiótica surgida entre ambos países desde hace siglos, de la cual, muchas veces, nos toca llevarnos el peor lote del sorteo.
Esta condición geográfica, inevitablemente nos convierte en una zona de tránsito de personas y de mercancías que tienen como destino final el suelo y mercado norteamericanos. Y precisamente este flujo suele ser motivo de complejos acuerdos entre ambas naciones, en condiciones rara vez parejas, lo que exige la mayor capacidad y destreza de quienes conducen nuestras relaciones bilaterales, pues las posibilidades de obtener algún beneficio para nuestro país son limitadas y en donde, más bien, el objetivo consiste en salir lo mejor librados posibles.
Hace unos días, el tráfico humano y material con la nación vecina como destino fueron el centro de una negociación sin equilibrio alguno, en la que el presidente Trump intempestivamente le exigió a nuestro país detener el paso ilegal de migrantes hacia Estados Unidos, so pena de imponer elevados aranceles a diversos productos mexicanos comercializables en el mercado norteamericano. Con muy poco con qué negociar y con una delegación mexicana cuya pericia resulta muy criticable, las concesiones otorgadas resultaron bochornosas.
Lo que resulta peor, para infortunio nuestro nos encontramos inmersos en una lamentable coyuntura, pues a finales del próximo año habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos, en las que —naturalmente—Donald Trump buscará reelegirse en el cargo por cuatro años más. Y a casi año y medio de distancia, lo recién acontecido parece ser una muestra del que será el discurso de campaña del presidente norteamericano, quien hace uso de los recursos y funciones inherentes a su cargo, para lanzar mensajes sobre medidas y políticas a implementar a costa nuestra, pero populares entre su base de votantes.
Con varios capítulos ya escritos y aún más por venir, México resiente crudamente los efectos de la peor versión que hemos conocido en años de la investidura presidencial norteamericana para con nuestro país. En este sentido, mucha más decisión y mando requieren nuestras autoridades si la intención es no sucumbir ante los designios de la nación vecina.
Desde chiqueros. El lunes pasado se llevó a cabo la presentación de la asociación civil Memoria y Visión de la Industria Petrolera, la cual tiene como objetivo convertir al Archivo Histórico de Petróleos Mexicanos en una valiosa fuente de consulta, por medio del rescate de documentos de relevancia histórica dispersos en México y en el extranjero. Un proyecto muy ambicioso de esta asociación que busca preservar la memoria, identidad e información del sector petrolero de nuestro país. Para mayores detalles sobre cómo colaborar o realizar algún donativo, se puede consultar el portal memoriayvisionpetrolera.blogspot.com o escribir al correo electrónico memoriavisionpetrolera@gmail.com. ¡Enhorabuena por el proyecto!
