La resiliencia liberal: una respuesta a Vladimir Putin

larazondemexico

En una entrevista con Financial Times (1), el presidente ruso Vladimir Putin declaró la obsolescencia de los valores liberales. Resulta curioso que alguien pueda decretar la muerte de una ideología, tras la evidencia de sucesivas defunciones y resucitados del pasado siglo XX.

Empero, dado el ascendiente de Putin sobre una amplísima —y heterogénea— franja de la opinión y política antiliberales de todo el orbe, su dicho amerita un comentario en estas apretadas líneas.

En 1919 fue diagnosticada la decadencia de Occidente, sin embargo este sobrevivió a las dos Guerras Mundiales y a los totalitarismos. En los 60 fue popular la decrepitud del capitalismo, pero éste mutó —hasta el presente— de la sociedad industrial a la postindustrial, del mercado nacional a la globalizacion. Para 1989 se decretó la muerte del marxismo, aunque aún hoy éste siga vigente como crítica de las injusticias y contradicciones de la sociedad de mercado.

Si el liberalismo es, como señalé hace años (2), el conjunto de concepciones y proyectos basados en el reconocimiento de la pluralidad sociopolítica, la iniciativa económica individual y el protagonismo de las libertades personales en el entorno descentralizado, asimétrico y jurídicamente regulado de la modernidad capitalista, varias cosas son evidentes. Primeramente, que se trata de una cosmovisión capaz de albergar —desde un legado común— posturas divergentes sobre los alcances y contenidos de la libertad y la justicia, en función de los disímiles contextos nacionales y genealogías ilustradas. Hayek y Bobbio en lo intelectual, Tatcher y Merkel en lo político, representan posturas diferenciadas sobre la relación entre el Estado, el Mercado y la Sociedad. Capaces de ilustrar la riqueza y pluralidad liberales.

Sumemos que ninguna nación contemporánea puede declararse antiliberal. Así tengan sus economías una fuerte presencia del nepotismo o el estatismo —como la rusa o la china—, la búsqueda de la realización en el mercado, desde la figura del individuo productor/propietario/consumidor, es parte del imaginario de nuestros países. Y nuestras sociedades, incluso allí donde las formas del liberalismo político no son dominantes, se representan a sí mismas como conglomerados de ciudadanos, dotados de ciertos derechos y deberes que, al menos formalmente, deben reconocer sus gobernantes.

Alude a Putin a la crisis del liberalismo, que podemos asimilar al desencanto ciudadano y el ascenso de los partidos populistas. Valdría la pena debatir cuanto hay, en esos fenómenos, de crítica democrática a los problemas de las poliarquías y cuanto de ruptura, tout court, con las normas y valores del modelo demoliberal. Estamos lejos de poder dar una respuesta unívoca, universal y definitiva, a este problema. Pero, en todo caso, no parece ser en los predios de una autocracia cada vez más solipsista como la rusa, donde vale la pena buscar diagnósticos confiables sobre el “apocalipsis” liberal. (3)

1. Ver http://www.ft.com/content/670039ec-98f3-11e9-9573-ee5cbb98ed36

2. Ver http://www.temas.cult.cu/sites/default/files/articulos_academicos_en_pdf/Descargar%20art%C3%ADculo%20en_575.pdf

3. Ver http://carnegie.ru/commentary/79363

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