Nuestra casa habitación

Como quien aspira a una tregua lejos del frente de combate, al final del día regresamos a la habitación que nos cobija diariamente y que además es testigo fiel de nuestra vida hasta en sus pasajes de mayor intimidad.

¿Quién más que nuestra propia casa ha presenciado la alegría familiar desde la llegada de nuestros hijos, viéndolos crecer, festejando a su lado sus logros y compartiendo con ellos las lágrimas de sus desengaños?  Nuestra propia casa que en el frío del invierno ha presenciado largas discusiones a la medianoche en el calor de la cocina, o a veces conversaciones en voz baja en la privacidad de un dormitorio. La casa que además de que ha moldeado a nuestras familias, es un verdadero santuario, un refugio que nos ha brindado protección no sólo físicamente sino también psicológicamente. Obra de arquitectura que tiene la custodia de nuestra verdadera identidad, casa habitación de la cual podríamos salir por muchos años, pero a la cual al regresar a ella recuperaríamos la conciencia de quienes somos y cuáles son nuestras aspiraciones. Sus muros envejecidos como nosotros, que con mucho tiempo que pase aún nos hablarían de serenidad, y en sus altos techos se seguiría respirando el ambiente que nos hizo ser la familia que somos.

Puedo estar exagerando, pero creo que la casa habitación significa mucho más para una familia que un techo funcional que es a lo que de por sí sólo una minoría tiene acceso. Tiene que ver con el desarrollo de la familia, en su capacidad de crear un entorno que facilite el logro de las aspiraciones, que propicie el mejoramiento de la calidad de vida y en pocas palabras en la consecución de la felicidad de las personas. Basta con irrumpir a cualquier conjunto de vivienda de bajo costo para observar lo que hacen los usuarios por diferenciar su morada de la de sus vecinos, aunque sea sólo por el color de la fachada. Es fácil advertir que actualmente la vivienda de interés social no tiene nada de interés y la vivienda popular no es tan popular entre la gente de escasos recursos. Después de todo la casa es el escenario en donde se debe formar una familia plenamente, ya que ésta será una célula de la conformación de una sociedad sana; esto no es posible en las condiciones actuales.

En resumen, la calidad de una casa habitación debe ir más allá de la cantidad de metros cuadrados que ofrece; tiene que ver en mayor o menor grado con su capacidad de mejorar el nivel de vida de una familia y con la consecución de su felicidad. Sabemos que la arquitectura de calidad tiene un gran potencial de influencia en el comportamiento de las personas y corresponde al arquitecto crear espacios que favorezcan su misma condición de habitabilidad. Necesitamos casas cuyas paredes puedan crear atmósferas que permitan ofrecer lo mejor de nosotros mismos y nos den oportunidad de desenvolvernos con plenitud. Los mexicanos sabremos responder con sensibilidad a la buena arquitectura habitacional en la cual se puedan desarrollar nuestras familias, mejorando sus condiciones de vida y haciendo suyo el derecho a la felicidad.

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