Open Arms, el barco de la esperanza

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La crisis humanitaria que viven los migrantes indocumentados en alta mar para llegar a territorio europeo, es la razón de la aparición de una organización que navega aguas internacionales para rescatar náufragos y proteger sus derechos humanos.

Todo comenzó en 2015 cuando las imágenes del pequeño niño sirio Aylán, ahogado en las costas de Turquía, estremecieron al mundo y fueron el reflejo de una crisis migratoria que se desbordaba por todo Europa. Tras este trágico suceso, que causó indignación y tristeza al mundo, la empresa catalana Pro Activa Serveis Aquàtics, especializada en servicios de socorrismo bajo la dirección de Oscar Camps, decidió salir de las costas españolas para continuar su labor salvando vidas en aguas del mar Egeo, con ayuda de la ONG Sea Watch.

Oscar juntó todos sus ahorros y compró una embarcación para socorrer a los migrantes que naufragan en alta mar al intentar llegar al viejo continente, huyendo de la pobreza, la guerra, la violencia y la falta de oportunidades en sus naciones natales.

Los rescatistas no sabían a lo que se iban a enfrentar hasta que se toparon con una situación de rescate para ayudar a 300 migrantes que naufragaron cuando viajaban en un barco pesquero y 50 personas perdieron la vida a pesar de los esfuerzos de la ONG.

Así nació Open Arms, la ONG que reúne voluntarios expertos en rescate y navegación para enfrentar la crisis migratoria en Europa. En su labor altruista y de defensa de los derechos de los migrantes, que les ha llevado a salvar cientos de vidas en el mar, se han enfrentado a presiones gubernamentales y mediáticas, incluida una embarcación patrocinada por un movimiento de ultraderecha para frenar su labor que da esperanza y trata de salvar vidas.

En estos momentos el barco de Open Arms se encuentra navegando con 107 migrantes a bordo porque el gobierno italiano les negó la posibilidad de desembarcar en sus costas. Arriba de la embarcación hay desesperación y angustia por no poder tocar tierra firme después de 17 días de navegar en el mar. Aunque España les ha dado una alternativa para desembarcar en su territorio, el viaje es inviable por la situación actual.

Una tragedia como la muerte del pequeño Aylán desembocó en una labor humanitaria que pone el ejemplo a gobiernos y sociedades que rechazan a los migrantes y son indiferentes ante la urgente necesidad de protegerlos de la tragedia.

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