París, primavera de 1910, Marie Curie (42 años) va a tomar café a casa de unos amigos, quienes se sorprenden al verla vestida de blanco, con una rosa en la cintura. Han pasado cuatro años desde la muerte de su esposo, Pierre Curie, y ella por fin se quitó el luto.
Marie estaba enamorada de nuevo; un físico la había conquistado, era Paul Langevin, cinco años menor que ella, pero lo desafortunado es que estaba casado y su esposa tenía fama de “loca de celos”, por las infidelidades de él.
La profesora Eva Hemmungs Wirtén, de la Universidad de Linköping, en Suecia, y experta en Marie Curie, publicó en 2011 un artículo que incluye los detalles del escándalo que rodeó a Curie y Langevin, con parte de la correspondencia que mantuvieron y las publicaciones de varios periódicos franceses de esa época.
Cuando Jeanne Desfosses, esposa de Langevin, se enteró de la aventura que mantenía, estaba tan indignada que asaltó a Marie Curie en un callejón oscuro y la amenazó con quitarle la vida si no se iba inmediatamente de Francia; Curie, aterrorizada, no se atrevió a regresar a su casa y se refugió en la de un amigo.
En las cartas es claro que están enamorados y que él se quejaba del maltrato físico y emocional que sufría a manos de su esposa, y la desesperación de Marie de que se separe de ella para que puedan tener una vida juntos. Sin embargo, Langevin no tomaba la decisión.
En enero de 1911, madame Curie decidió postularse para ser miembro de la Academia de Ciencias; no fue elegida y pesaron dos factores: ser mujer y ser extranjera, aunque ya era francesa, por el matrimonio con Pierre Curie. Tendrían que pasar 50 años para que una mujer fuera aceptada por dicha Academia, pero Marie logró la atención de la prensa, que decía que ella sin
su esposo no valía nada.
Para el otoño de 1911 acudió al Congreso de Solvay, en Bruselas; otro de los invitados era Langevin. Cabe señalar que ella era la única mujer rodeada de genios, que incluían al joven Einstein; mientras tanto, Jeanne, había contratado un detective, quien por el descuido del esposo consiguió toda la correspondencia de los enamorados. El 4 de noviembre, al día siguiente de su congreso, el periódico Le Journal publicó un reportaje titulado: “Una historia de amor: madame Curie y el profesor Langevin”, en el que se decía que la mujer del profesor tenía en su poder las cartas que los incriminaban y que Curie era una “acosadora”, “rompematrimonios”. Cuando Marie Curie llegó a su casa, en Sceaux, se encontró con una turba furiosa que arrojaba piedras contra las ventanas, aterrorizando a sus dos hijas, de 14 y siete años. Curie tuvo que salir huyendo con su familia y se refugió en la casa del matemático Émile Borel, director científico de la Escuela Normal Superior, a quien el Ministerio de Educación amenazó con correr si la protegía. En unos días, la noticia se volvió un escándalo mundial. El periódico L´Intransigeant publicó que la capacidad de Marie había sido sobrevalorada y que con quien había que simpatizar era con “la madre francesa que sólo quería cuidar a sus hijos”.
Para aumentar el caos, en esa semana Curie recibió un telegrama en el que le comunicaban que había ganado el Premio Nobel de Química por su descubrimiento de los elementos polonio y radio. Paul Appell, decano de la Sorbona, intentó que un grupo de profesores se uniera para obligar a Curie a que se fuera de Francia. Unos días después publicaron las cartas.
El sexismo que sufrió Marie Curie se subraya porque ella era la mala de la historia; nadie le pedía a Langevin que abandonara la universidad, aunque el adúltero era él. En otras publicaciones afirmaban que el físico era un pobre hombre engañado por una arpía que pretendía destruir su familia.
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La Academia del Nobel también se unió al ataque a Curie, con una carta en la que le decían que “si la Academia hubiera sabido de esas cartas no le hubieran concedido el premio”. Svante Arrhenius, uno de sus amigos que la apoyaban en Suecia, le pidió que no lo aceptara hasta que el escándalo se aclarara y que de ninguna manera acudiera a Estocolmo a la ceremonia. La respuesta de Curie fue: “La acción que usted me recomienda me parece que sería un grave error por mi parte. En realidad el premio me ha sido concedido por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay ninguna conexión entre mi trabajo científico y los hechos de mi vida privada”. Una semana después llegó a Estocolmo a recoger su premio, convirtiéndose en la primera persona en recibir un Nobel dos veces (de Física, en 1903, y de Química, en 1911) y además tuvo el orgullo de que su hija Irène Joliot-Curie lo ganara en Química, en 1935.
Si bien Marie Curie nunca fue una feminista, podemos considerarla por su actitud como una pionera de la lucha por el valor de la mujer, ni ella, con su determinación, fuerza y genialidad, pudo salvarse de sufrir discriminación y persecución.
En sus palabras: “ Nunca he creído que por ser mujer deba tener tratos especiales, de creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres, y no soy inferior a ninguno de ellos”.
Médico psiquiatra y psicoterapeuta