México: una democracia sin demócratas

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La consolidación de una democracia requiere, forzosamente, de instituciones sólidas, que aseguren estándares democráticos mínimos, sin importar el momento o coyuntura específica.

En la última semana, lamentablemente, ha quedado en evidencia la falta de convicción democrática de nuestra clase política, cuando así conviene a sus intereses coyunturales.

Del lado de Morena, la elección de Rosario Piedra Ibarra al frente de la CNDH los exhibió de cuerpo entero. Primero, siguieron el proceso legal en el Senado de la República al recibir a los distintos candidatos en Comisiones, presentar una terna ante el pleno y llamar a votación.

Pero cuándo los números no les alcanzaron para elegirla, sin reparo alguno, atropellaron las reglas para imponerla: hasta hoy no han podido explicar la “desaparición” de dos votos opositores del conteo, clave para alcanzar la mayoría calificada necesaria, y declararla electa.

Evidenciados, aceptaron repetir la votación, pero ante la posibilidad de volver a quedarse cortos, durante el mismo día volvieron a desconocer el proceso y simplemente la impusieron. Eso, sin contar que Rosario Piedra no cumplía con los requisitos legales para el puesto.

¿De verdad no hay un solo perfil más que el de Rosario Piedra para presidir la CNDH? ¿O fue un mensaje enviado con toda intención? Algo como: Estamos dispuestos a simular que jugamos dentro de las reglas democráticas, pero si nos resulta necesario, estamos dispuestos a atropellarlas.

Pero, así como en Morena se evidenció la falta de compromiso con la democracia, la oposición quedó igualmente exhibida.

Durante esos mismos días, un golpe de Estado obligó al presidente de Bolivia, Evo Morales, a renunciar. Despejemos dudas: cuando las fuerzas armadas “sugieren” a un presidente renunciar, no hay duda alguna del golpe.

Pero para la corta visión de algunos actores de la oposición mexicana, esto no era más que una oportunidad para atacar al Presidente de la República y su Gobierno.

Poco importó la tradición diplomática mexicana de ofrecer asilo político a distintos personajes, de las más diversas ideologías. Tampoco importaba que la vida de quien solicitaba el asilo corría evidente peligro en su país. Según nuestros opositores coyunturales, México debía negar el asilo y reconocer al gobierno

resultado del Golpe de Estado porque el afectado representa, para ellos, una línea ideológica errónea.

Afortunadamente, en este caso, Hubo voces dentro de los mismos partidos que llamaron a la cordura y reconocieron que, por más animadversión que pueda generarnos un Jefe de Estado, el involucramiento del Ejercito para obligar su renuncia, nunca es una buena noticia. Incluso, personajes confrontados históricamente con AMLO, como el excandidato presidencial Diego Fernández de Cevallos, respaldaron la decisión diplomática de otorgarle el asilo político a Evo Morales.

Pero mientras nuestra clase política siga tomando posturas y decisiones pensando en los siguientes 5 minutos, será muy complicado consolidar nuestra democracia.

Debemos aspirar a ser un país con un andamiaje institucional suficientemente sólido para que, en coyunturas como las dos mencionada, la institucionalidad se imponga y las personas sean sustituibles.

Que, sin importar la ideología del gobierno en turno o quién sea mayoría en el legislativo, la presidencia de la CNDH se alcance sólo por quien reciba el voto de dos terceras partes del Senado, y México siga recibiendo a un Jefe de Estado, víctima de un golpe policiaco y militar, cuya vida corre peligro.

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