Repensar el desarrollo

El Nobel (conmemorativo) de Economía 2019 fue otorgado a Esther Duflo, Abhijit V. Banerjee y Michael Kremer, por sus contribuciones al combate a la pobreza desde un enfoque experimental. Las reflexiones y los hallazgos de estos tres economistas deberían servirnos como brújula en México para guiar un debate serio acerca de la política social actual.

En el libro Repensar la pobreza, Banerjee y Duflo presentan importantes conclusiones acerca de qué es la pobreza, cómo la enfrentan las personas y cómo los no pobres la malentendemos: “los pobres están atrapados en el mismo tipo de problemas que nos afectan a todos los demás, entre los que están la falta de información, el pensamiento débil y la tendencia a dejar las cosas para más tarde. […] Nuestra ventaja real [como no pobres] procede de las muchas cosas que damos por hecho. [Los no pobres] raramente tenemos que depender de nuestra limitada dotación de recursos, autocontrol y capacidad de decisión, mientras que a los pobres se les exige hacerlo constantemente”.

En México, la política social actualmente está capturada en medio de un debate entre dos polos más preocupados por tener la razón, que por sacar a las personas de la pobreza. Mientras los ganadores del Nobel proponen abordar la pobreza con rigor científico, medirla, estudiarla y atacarla desde un enfoque experimental, en México se estereotipa y se caricaturiza al pobre bueno y noble; o al pobre flojo y torpe.

Por un lado, amplios sectores sociales inconformes con el Gobierno creen que descalificar a los pobres es descalificar al Presidente: los acusan de flojos o de tontos, sin tomar en cuenta la bajísima movilidad social del país y el trato clientelar que casi siempre han recibido.

Por otro lado, la política social del Gobierno carece de todo rigor: desperdiga transferencias sin evidencia de que sus programas tendrán un impacto real en la calidad de vida de los beneficiarios en el largo plazo. La tragedia es que, en algunos años, bien podría observarse que las transferencias no tuvieron efecto y que se perdieron un sexenio y miles de millones de pesos sin lograr avances en sacar a las personas de la pobreza.

El Presidente no puede medir el desarrollo con base en que en un pueblo ahora se mata a dos vacas, en vez de una; pero los opositores no pueden ver a los pobres como si fueran de otro planeta. Urge repensar el desarrollo y abordarlo con rigor, porque de eso depende sacar a millones de personas de una vida precaria.

El viernes 29 de abril de 2016 publiqué por primera vez en La Razón de México. Casi cuatro años después, ésta es mi última publicación. Doy mi más sincero agradecimiento a este diario por abrirme las puertas, a Adrian Castillo y Mario Navarrete por la valiosa dirección que dan al periódico, a todas las personas que contribuyen para que La Razón se imprima cada día; a mi querido profe Horacio Vives por integrarme al proyecto que inició como #TintaITAM y a mis colegas Pedro Sánchez y Eduardo Nateras por su grata compañía. Me llevo aprendizajes valiosos y muchas satisfacciones personales.

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Javier Solórzano Zinser