El laberinto demócrata

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larazondemexico

Mientras Donald Trump festeja su absolución despidiendo a todo aquel que haya testificado en su contra, los precandidatos demócratas entran en la fase crítica de su carrera hacia la Casa Blanca. Para sorpresa de todos, Joe Biden cayó al cuarto lugar en Iowa y los ganadores fueron Bernie Sanders y Pete Buttigieg, seguidos de cerca por Elizabeth Warren. Este resultado temprano da un golpe a la mesa de las estrategias: Trump se había abocado a hundir a Biden, que se presentaba como la opción segura para impedir la reelección del republicano.

Las primarias demócratas ahora se adentran en New Hampshire, donde convergen territorios progresistas con algunos de los centros más conservadores del ala democrática. Si esta elección vuelve a dar un resultado similar al de Iowa, será un duro golpe contra Biden y la clara indicación de que el voto moderado está buscando sangre joven en Mayor Pete. Por otro lado, el voto más orientado a la izquierda sigue siendo la primera fuerza, aún dividida entre dos grandes contendientes.

Mientras tanto, Trump ha entrado en fase triunfalista al haberse asegurado de que puede impunemente extorsionar y abusar del poder que le da la Oficina Oval, para sus intereses personales y su reelección. Ahora, se dedica a hacer lo que hace mejor: manejar la agenda mediática con disparates que a la postre resultan realidad. Mientras juega a que la gente piense que es una broma su nuevo eslogan: “Trump por siempre”, ahora sí —de cara a la reelección— ha salido a defender banderas conservadoras como la familia tradicional y el aborto, y se fotografía con bebés en cada esquina. Habla de oración y de religiosidad en medio de discursos llenos de odio y venganza, y se vanagloria de cuántas veces ha salido avante de las quejas en su contra por abuso sexual. Y esto mientras otorga medallas a reconocidos personajes racistas, y renueva sus ataques a las comunidades migrantes. Pero eso sí, termina sus apariciones firmando Biblias como si se creyera el mismísimo autor.

Así las cosas, el Partido Demócrata necesita reducir el número de candidatos y empezar a trabajar en serio. Lo peor que podría pasarle es entrar en la fase final de las primarias con el voto centrista dividido ente Mayor Pete, Bloomberg y Biden, y el progresista entre Warren y Sanders. Si llegan a esta instancia atacándose a destajo, debilitarán la imagen del partido y le darán a Trump una ventaja de salida peligrosa.

El Partido Demócrata tendrá que definir si gira a la izquierda con Sanders y Warren, o apunta a un pragmático centro. El gran problema de la presidencial pasada fue el desencanto de los votantes de izquierda, que no apoyaron a Clinton contra Trump. ¿Se repetirá la historia?

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