Razones sobran para que el Gobierno limpie los procesos de compra y distribución de medicamentos. La historia y las mañas de algunos del sector farmacéutico imbricados con la vena corrupta de pasadas administraciones, justifican medidas drásticas.
La 4T presume erradicar la corrupción arriba, connivencia entre funcionarios públicos de alto nivel y mercaderes sin escrúpulos terminó. Sin embargo, la evidencia ahora documenta impericia, desorganización, voluntarismo sin conocimiento de la industria, su logística y mercado. Ya no hay complicidad oficial, ahora existe anarquía burocrática. Y eso también cuesta. Y mata.
El pasado viernes en la Secretaría de Gobernación se llevó a cabo la Primera Reunión Intersecretarial para Garantizar el Abasto de Medicamentos en el Sector Salud. Un desastre su organización. Las primeras citas se dieron a las 8:00 de la mañana. A la media noche llamaban con urgencia a otros proveedores.
Laboratorios que hasta hace poco eran lapidados en conferencias tempraneras, fueron convocados. El secretario de Salud, ausente. Los presentes trabajaron sin cesar, la única estrategia fue la emergencia. En cerca de 18 horas recibieron a representantes comerciales y legales, solicitaron cotizaciones diferentes a las publicadas en las bases, tacharon y añadieron “en caliente”, nuevos requerimientos.
Se alteraban cantidades y urgían inventarios. Siempre buscando mejores precios. Pero nada es más caro que lo que no hay. Y el desabasto es resultado de dos compras consolidadas el año pasado que se orquestaron desde la Oficialía Mayor de Hacienda y no desde el IMSS, como había venido sucediendo con resultados alentadores, siempre perfectibles claro, pero con suficiente estadística para intuir que por allí debía continuarse.
Adquisiciones improvisadas con falsos ahorros. Dejaron fuera costos de distribución imaginando que una cadena nacional tipo Bimbo o Coca Cola, la tenían bajo sus narices. Estimaron mal los volúmenes. Durante la madrugada del sábado, representantes de la industria farmacéutica entraban y salían de Bucareli haciendo consultas urgentes para saber si podrían cumplir cuotas y precios.
Mucho trabajaron los funcionarios de Salud, IMSS, ISSSTE y Gobernación que estuvieron al frente de aquella loca jornada de negociación y compras extraordinarias de medicamentos.
Sabotajes y complots aparte, el desabasto de medicamentos en el sector salud es consecuencia directa e inmediata de una función burocrática pésimamente realizada. La justificación “por ahorrar” no alcanza a tranquilizar a padres de niños con cáncer, tampoco alivia a los asegurados que salen de consulta sin el surtimiento de su receta, menos sana al paciente quirúrgico que aguarda impaciente que lleguen los insumos necesarios para su intervención.
Nunca el IMSS, ISSSTE o los institutos nacionales de Salud han conocido la bonanza. Viven al día. La voluntad política para sanear las redes operativas que dan vida al sector salud, no justifica el caos que la administración pública provoca. En aras de hacerlo mejor, lo hacen peor. Los golpes de timón suelen ser espectaculares, pero a mejores puertos llegaremos con cambios de dirección firmes y mejor administrados.