La historia tiene los ojos puestos en nosotras

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Foto: larazondemexico

3 mil 825 feminicidios ocurrieron en 2019. Los balazos le arrebataron la vida a 746 mujeres, los golpes mataron a 150, 135 fueron asesinadas a puñaladas y a 100 las ultimó un arma de uso exclusivo del ejército.

En los dos primeros meses de este año a más de 300 mujeres se les quitó la oportunidad de seguir viviendo, incluyendo a Ingrid Escamilla y la pequeña Fátima.

53 mujeres fueron asesinadas sólo en Guanajuato, mientras que el Estado de México y Colima son las entidades con mayor riesgo de feminicidio.

Ésa es la realidad que muestra el Mapa del Feminicidio elaborado por María Salguero, ingeniera geofísica que se ha dedicado a registrar los delitos cometidos por violencia de género en nuestro país, con quien platiqué en días pasados.

Resulta que ahora sus datos serán retomados por la propia la Fiscalía General de la República, y no es para menos, pues según el informe “Impunidad Feminicida. Radiografía de datos oficiales sobre la violencia contra las mujeres 2017-2019”, las fiscalías de Baja California Sur, Nayarit, Tlaxcala, Tabasco, Yucatán, Aguascalientes y Estado de México suelen sesgar la información sobre la violencia contra las mujeres.

Reporta incluso que el Estado de México no respondió a la solicitud de datos, pese a ser la entidad que tiene uno de los índices más altos con esta problemática.

En México de cada 100 asesinatos de mujeres, 46 no se tipifican como feminicidio, por lo que la falta de condenas por este delito alcanza el 97%, según reveló Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

En México cada 24 horas más de 34 niñas son violentadas, y al año 11 mil se convierten en madres producto de una violación. Y el dato más duro no disminuye: al menos 10 mujeres en México son asesinadas todos los días.

10 nuevas ausencias cada 24 horas, 10 mujeres dejan su lugar vacío en alguna escuela, en su casa, en un trabajo, en el transporte, en una cena, en una familia…

10 mujeres son obligadas a parar todos los días, sin voluntad, sin opción, sin remedio.

Por eso desde un colectivo en Veracruz surgió el Paro Nacional de Mujeres. Un movimiento que no es de derecha ni de izquierda, porque no tiene nada que ver con partidos políticos. Ni que fueran tan creativos…

Esto no es en contra de nadie —¿por qué habrá quien insista en ser tan autocentrado?—. Todo lo contrario, es un llamado de protesta, auxilio, unión. Es un llamado a la empatía. ¿Por qué cuando se trata de mujeres es tan difícil tenerla?

[caption id="attachment_1117008" align="alignnone" width="696"] Mujeres protestan en la CDMX contra los feminicidios y la violencia de género, el 2 de diciembre pasado. Foto: Cuartoscuro[/caption]

México es de todos los mexicanos, pero su violencia contra las mujeres también.

Se marcha por las 367 niñas que fueron asesinadas en 2018 (Inegi), porque niñas y adolescentes ya son parte de la estadística, y sólo en los primeros siete meses de 2019 hubo un incremento de 13.5% en menores de 14 años.

Se gritarán consignas por las casi 300 mujeres trans como Itzayana

—asesinada por su expareja— y por quienes desde 2013 han sido torturadas y asesinadas sólo por el hecho de ser quienes quieren ser.

Se cantarán canciones por la justicia para María Elena Ríos, y otras 10 mujeres atacadas con ácido que buscan castigo para su agresor, y todas aquellas víctimas de estas agresiones, que permanecen en la cifra negra por el miedo a denunciar.

Se caminarán cientos de metros por la brecha de género salarial que nos hace percibir más del 34% menos que un hombre en el mismo trabajo, por esa brecha por la que 30% de las mujeres con discapacidad sufren doble discriminación, lo mismo que las mujeres indígenas.

Los pañuelos verdes, rosas y morados van a colorear una protesta histórica, que une voluntades, ideas, textos, historias, tristezas y triunfos.

Con nombres y teléfonos pintados en los brazos, con planes de contingencia y rutas de escape, con puntos de encuentro emergentes y con hashtags de ayuda.

Armadas con diamantina, carteles y cancioneros, el 8M será de las mujeres, de las que están y mucho más de las que ni siquiera pudieron despedirse.

El día después ciertamente las ausencias se habrán de notar, pero lo que importa en realidad es la reflexión que ha quedado en la conciencia de toda la sociedad, porque lo más probable es que luego de todos estos días, “el día después”, no todo regrese a su mismo lugar.

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Javier Solórzano Zinser