Una flor en papel celofán

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larazondemexico

La conmemoración del 8 de marzo no es una flor en papel celofán, no es un desayuno para las mujeres de la oficina con rifa de electrodomésticos, no son mensajes de WhatsApp y redes sociales, de lo dulce y delicadas que somos y de cómo los hombres no podrían vivir sin nosotras, o un Gif de flores rojas.  Es la exigencia de la igualdad y de la equidad entre hombres y mujeres.

Yo trabajaba de cajera en Banca Cremi. Ahí, un 8 de marzo llegaron flores individuales en papel celofán, una para cada una de las mujeres de la sucursal, con un mensaje del dueño del banco que decía: “felicidades hoy en tu día”.  La verdad, yo no entendí nada. ¿Por qué un día para felicitar a las mujeres?

Después, mucho tiempo después, supe lo que era el 8 de marzo; resulta que en 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que estaban reunidas en la ciudad de Copenhague, se reiteró la demanda del voto para todas las mujeres; y fue precisamente Clara Zetkin quien proclamó el 8 de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora.

Hoy, el Día Internacional de la Mujer visibiliza las problemáticas a las que nos enfrentamos a partir de la desigualdad entre hombres y mujeres, entre niñas y niños, entre las y los jóvenes. En el acceso a la educación, a la salud, el derecho a decidir sobre nuestras vidas, a la exigencia de un trato igualitario en el trabajo, en la familia, en la escuela y a la eliminación de la violencia a la que somos sujetas por nuestras parejas y por el entorno social.

Una imaginaría que dichas diferencias no deberían de existir, que hombres y mujeres, como parte de la naturaleza humana, deberíamos desarrollarnos armónicamente, pero desafortunadamente no es así. Ganamos hasta un 30% menos que los hombres en puestos iguales o similares, no tenemos derecho a decidir sobre nuestra sexualidad y maternidad, 9 mujeres son asesinadas al día por su pareja afectiva, somos las principales sujetas a trata de personas y abuso sexual, sufrimos acoso en el trabajo, transporte público y en la calle y, si somos víctimas y denunciamos, ponen en duda nuestras declaraciones, además de que nos toca asumir todos los cuidados en el hogar.

Naciones Unidas nos invita a que pensemos en igualdad: “Mujeres, hombres, niñas y niños, ciudadanas y ciudadanos del mundo, ¡únanse!”.

¿Que cómo le podemos hacer para avanzar? Eliminemos el lenguaje sexista de nuestra forma de hablar, reconozcamos que las mujeres, niñas y adolescentes viven abusos sexuales y violencias diversas y acompañemos sus denuncias, busquemos la igualdad reconociendo la equidad como la herramienta para eliminar la discriminación.

Como se imaginarán, no me gusta que me regalen ni una flor en papel celofán el 8 de marzo, y me he convertido en una orgullosa feminista. Porque no se trata de felicitar, se trata de: “Todas las mujeres, todos los derechos”, #PlisNoFelicitar.

Por cierto. En paz descanse Luz María Longoria, fundadora de Cencos.

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