En medio de la tormenta

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Foto: larazondemexico

La economía mundial se desvanece frente a la propagación mundial del Covid-19 y la falta de un acuerdo entre la OPEP y Rusia por ajustar la oferta petrolera, lo que ha llevado a un desplome de los precios del petróleo en paralelo con un freno importante de la actividad económica global y un severo ajuste a la baja en las expectativas de crecimiento.

El impacto del freno a la economía en importantes zonas productoras como China, Italia y recientemente en España, por ejemplo, conlleva a que algunos analistas y organismos internacionales consideren de forma preocupante que el crecimiento mundial podría ser ajustado a la baja hasta por 1.5 puntos porcentuales; es decir, el mundo crecerá solo la mitad del 3 por ciento que se planeaba originalmente.

En paralelo, el ajuste a la baja en los precios del petróleo ha sido dramático, ahora la mezcla mexicana se cotiza en alrededor de 35 dólares por barril, muy por debajo de los 49 dólares que se consideraron para el presupuesto.  En lo interno, se registró un incremento de la inflación cuya tasa anual alcanzó 3.7% en febrero, por arriba de lo esperado y, más aún del cierre del año pasado cuando llegó a un mínimo de 2.8%.

Un panorama realmente complicado que, se ve reflejado en las expectativas de crecimiento del PIB de México. Ahora el consenso de analistas ve un avance de menos del uno por ciento, con un claro sesgo a la baja derivado de los últimos acontecimientos.

Por otro lado, el mundo se preparan para la aplicación de políticas de relajación monetaria más agresivas. Así, recientemente la FED en Estados Unidos, atendiendo el llamado de los mercados redujo de manera sorpresiva su tasa de interés en 50 puntos base, y se espera continúe disminuyendo hasta alcanzar una tasa prácticamente de cero por ciento.

Desafortunadamente, en México, a pesar de la baja en la tasa externa, la autoridad monetaria enfrenta fuertes limitaciones para poder ejercer una política de gran impacto que impulse la actividad económica. En primer lugar, el mencionado repunte de la inflación que ubica la tasa anual ya muy cerca del 4.0% (límite superior del rango de variabilidad del objetivo puntual de Banxico), y particularmente, el hecho de que la inflación subyacente, aunque estable no presente una clara tendencia a la baja.

En segundo lugar, la reciente depreciación del peso (más de 12% desde mediados de febrero a la fecha) es un importante elemento de riesgo que podría impulsar mayor inflación. A pesar de las recientes medidas de la autoridad (incremento a las coberturas cambiarias), la volatilidad financiera internacional es muy alta (cercana a la gran crisis del 2009) y sigue presionando la paridad cambiaria.

Por el lado de las finanzas públicas, la caída de los precios del petróleo genera mucho nerviosismo. No obstante, debe considerarse que, en este frente, el gobierno está más cubierto debido a las coberturas petroleras garantizan los ingresos netos del sector público calculados a un precio del crudo de 49 dólares por barril. Asimismo, la reducción de los precios externos de la gasolina, implicará una disminución del subsidio a la gasolina y, por tanto, mayores ingresos por concepto del IEPS. Es una coyuntura muy complicada que exige respuestas muy rápidas y eficientes.

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