Coronavirus comparado

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larazondemexico

La expansión de la pandemia del coronavirus y la multiplicidad de reacciones en las diferentes latitudes del mundo se están convirtiendo en un enorme experimento natural de política comparada del que tardaremos mucho en extraer todas sus lecciones y aprendizajes.

Durante muchos años en la ciencia política se debatió cuál era la relación, si la existía, entre desarrollo económico y sistemas políticos. Mientras algunos sostenían que el desarrollo económico era una condición casi exclusiva de los países democráticos, otros señalaban que las sociedades pobres requerían un régimen autoritario para crecer económicamente y que esto sentaría las bases para una posterior democratización. Hoy sabemos que el régimen de un país no tiene un efecto claro en el crecimiento económico y, por el contrario, diferentes configuraciones institucionales son capaces de crear prosperidad económica.

Un camino similar nos espera con respecto a las enseñanzas de las múltiples crisis alrededor del coronavirus. La comparativa simplista podría optar por la separación dicotómica de resultados entre países democráticos o autoritarios; países en manos de populistas y países gobernados por líderes sensatos; países gobernados por la izquierda o la derecha, etc. Sin embargo, conforme avanza la pandemia, comienzan a aparecer los crisoles dentro de las propias categorías y a quedar claro que existe más de una configuración política capaz de enfrentarse a la crisis y que lo que importa es la capacidad de las instituciones para lidiar con la realidad.

China y Corea del Sur, por ejemplo, fueron los primeros dos focos de infección. Hoy casi pueden presumir su victoria sobre el esparcimiento de la enfermedad y si bien ambos se caracterizaron por un fuerte despliegue de capacidades, las aproximaciones fueron diferentes. Mientras en China al principio se minimizó el riesgo de la enfermedad, cuando quedó clara la posibilidad de la tragedia se establecieron medidas draconianas para aislar del resto del país a millones de habitantes. En Corea del Sur se dio una fuerte apuesta por un despliegue de más de 10 mil pruebas diarias para tratar de identificar y aislar sólo a los portadores de la enfermedad mientras se creó una campaña de sana distancia entre el resto de la población que no requirió aislar a millones de habitantes.

Otra respuesta diferenciada es la que hemos visto alrededor de los gobiernos populistas. Si bien en todos los casos los líderes han tenido una actitud despreocupada y campechana al inicio de la aparición de casos en su territorio, en ciertos países la fuerza de otras instituciones, como los centros de control de enfermedades o la comunidad científica, han hecho que, si bien la respuesta haya sido demorada, después toda la capacidad estatal se vuelque a la atención de la crisis, como está sucediendo en Estados Unidos. Por el contrario, otros populistas han apostado a seguir minimizando la crisis.

Aún estamos lejos de llegar al peor momento de la crisis global del coronavirus y poder declarar la victoria sobre la enfermedad, pero queda claro que algunos países nos dejarán enseñanzas sobre cómo sí enfrentar una crisis, mientras que otros pondrán en evidencia todo lo que no tiene que pasar.

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