“Donde hay poca justicia es un
peligro tener razón”
Francisco de Quevedo
El tiempo es un elemento importantísimo en la impartición de justicia, por ello hay una máxima de que la justicia debe ser pronta, gratuita y expedita, como lo establece el Artículo 17 Constitucional, lo cual es una falacia; la justicia en México es muy lenta, desde luego no es gratuita, todo tiene un costo en los juzgados, y expedita pocas veces.
Con la pandemia del Covid-19 los tribunales del país suspendieron actividades a partir del 18 de marzo al 20 de abril del presente año, por lo cual las audiencias, términos y plazos jurisdiccionales se suspenden durante dicho periodo, esto tiene un costo muy alto, ya que se retrasarán las sentencias, las ejecuciones y con ello los pagos respectivos; en el sistema penal serán afectados los que se encuentran privados de su libertad y sin una resolución, la cual tardará aún más tiempo.
Desde luego que fue una decisión bien tomada, no se pueden correr riesgos con la salud; sin embargo, hay afectados por el retraso en los procedimientos, tenemos en todo el país más de un millón de juicios en proceso que han sido suspendidos hasta el 20 de abril, pero podemos considerar que podría ampliarse el plazo de acuerdo a como se desarrolle la pandemia.
Únicamente para el caso de asuntos urgentes como el juicio de amparo, en algunos casos, procede durante la suspensión de actividades, también los asuntos referentes a los órganos jurisdiccionales en materia penal, justicia para adolescentes; como en materia de depósitos derivados de juicios de alimentos, para ello se estableció una guardia que atenderá tales asuntos, dada la importancia de la materia.
La justicia, después de la vida y de la salud, es lo más importante, ella cuida del patrimonio de las personas, de las relaciones de negocios, del equilibrio en las relaciones familiares, protege a los sectores vulnerables (menores de edad principalmente), por lo que es muy importante que funcionen los órganos de justicia de un país, ello nos da un Estado de derecho, nos brinda seguridad jurídica, y al final una certeza de que hay justicia.
El número de juicios interpuestos ha aumentado cada año; sin embargo cuando hay crisis el número de juicios aumenta considerablemente, además de que los juzgados actualmente están saturados y ello en gran parte se refleja en la lentitud con que se resuelven los juicios, pues a pesar de las reformas judiciales no se ha podido bajar el tiempo promedio que tarda un asunto en resolverse.
La pandemia del Covid-19 también traerá incumplimientos de obligaciones y de contratos, llegarán muchos de ellos a un juicio para exigir su cumplimiento o el pago de daños y perjuicios, lo que saturará aún más a los tribunales y todo el sistema judicial se volverá aún más lento, y justicia que no es pronta no es justicia.