La Eurocopa que recién se suspendió por causa de la pandemia que azota a gran parte de la población mundial tenía como uno de sus objetivos la celebración del 60 aniversario de la competición. Doce ciudades estaban listas para la fiesta más importante del futbol europeo a nivel selecciones y el invitado número uno, el balón de futbol, llevaría por nombre Uniforia.
Durante la presentación oficial del Uniforia, miembros de la UEFA y de Adidas hicieron hincapié en que dicha competición era el momento perfecto para celebrar la multiculturalidad europea y el desdibujamiento de fronteras. “Bautizado así por la unidad y la euforia que puede generar un torneo de alto nivel entre selecciones nacionales, el balón Uniforia está diseñado para celebrar el carácter inclusivo que inspirará la Euro en todo el continente”, era el discurso de las autoridades del futbol europeo.
Es una realidad la participación activa del futbol para eliminar uno de los grandes males que aún se respiran todos los días en Europa y en el resto del mundo, como es el racismo. La discriminación y sentimientos de superioridad de una raza sobre otra es aún parte de nuestra sociedad. Los gritos y expresiones xenófobas en diferentes ligas y estadios del mundo ocurren cada fin de semana. A veces por la piel, por la religión, por el país de origen, por la orientación sexual y ahora, cuando el futbol comience a rodar nuevamente, tristemente lo será por ser “transmisores” de una enfermedad viral.
No podemos negar que el humano no tiene límites cuando se trata de amor, pero también cuando se trata de crueldad. Nuestra capacidad infinita de creación es también la de nuestra destrucción.
Irónicamente, el balón Uniforia, el representante de Europa; mandaba un mensaje de unión y de eliminación de fronteras de Europa, pero seguramente de Europa hacia adentro, dejando del otro lado de esas fronteras a las miles de personas que llegan de África, Medio Oriente, Asia, Sudamérica, etc. Irónicamente, una vez que la pandemia amenazó la estabilidad de las naciones, la respuesta sin pestañeo alguno fue de “cerrar fronteras”.
Era una utopía pensar que un balón de futbol uniría a Europa; pero lo que no es un sueño o una ilusión, es el golpe de realidad que un virus logró provocar. Ignoro el alcance final que tendrá la actual situación mundial. Me gustaría pensar que sacaremos el máximo provecho del aislamiento, del padecimiento como humanidad, que todas las pérdidas no serán en vano. Que nos replantearemos como humanidad en todas las esferas, en lo político, en lo económico y en lo social.
Que sin importar la nacionalidad, la raza, religión, el dinero en nuestras cuentas, 0 cualquier otro diferenciador que pueda existir, lograremos erradicar el virus de la indiferencia y del odio; porque hoy nos damos cuenta de que nada de esto importa; porque al final del camino, todos somos tan frágiles como una mariposa.