¡Explórate!

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Foto: larazondemexico

Para Henry David Thoreau (1817-1862) la gente (salvo los niños, los indios y un puñado de amigos) era la verdadera pandemia, con sus falsas necesidades, su vivir para trabajar, su observar a través de un telescopio sin saber de qué, o de quién, eran satélites ellos mismos… Así pues, fiel a su filosofía, en 1845 se fue a vivir solo al bosque durante dos años. “Me interné en el bosque porque quise vivir deliberadamente, para afrontar solamente los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que tenía que enseñar, y no, cuando llegara mi hora de morir, descubrir que no había vivido”. Con ese experimento, siguió el que tal vez sea el mandato más conocido de la filosofía: “Conócete a ti mismo”. Si algo debemos aprovechar de este encierro, mínimamente, es eso, la oportunidad de conocernos. Aquí dejo algunas reflexiones que la reclusión en Walden le inspiró a ese extraordinario personaje:

-Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad.

-La mayoría de los hombres vive vidas de callada desesperación.

-He aquí la vida, un experimento en gran medida ignorado por mí.

-Podemos probar nuestras vidas con miles de sencillos experimentos; por ejemplo, que el mismo Sol que hace madurar mis alubias ilumina al mismo tiempo a un sistema de planetas como el nuestro. ¡Las estrellas son los ápices de qué triángulos maravillosos!

-En cualquier clima, a cualquier hora del día o de la noche, he querido perfeccionar la mella del tiempo; colocarme en la cita de dos eternidades, el pasado y el futuro, que es precisamente este momento.

-Yo digo que desconfiemos de toda empresa que requiera ropa nueva, y no a una persona nueva.

-Mientras la civilización ha mejorado nuestras casas, no ha mejorado a la gente que las habita.

-Los hombres se han convertido en las herramientas de sus herramientas.

-Para aquél cuyos pensamientos elásticos y vigorosos van al ritmo del Sol, el día es una perpetua mañana.

-En lugar de un millón, cuenta media docena, y lleva esa cuenta en tu uña.

-El tiempo es el río en el que pesco.

-Sólo tu propio camino es el camino del destino. Mantén tu rumbo.

-Como el lago, mi serenidad se ondula, pero no se altera.

-Mi pequeña casa era pura entrada.

-He descubierto que es un lujo hablar a través del lago con alguien en la otra orilla.

-¿Qué aprenderé de las alubias, y qué aprenderán ellas de mí?

-Es hasta que nos perdemos, es decir hasta que perdemos el mundo, cuando empezamos a encontrarnos, a descubrir dónde estamos y la extensión infinita de nuestras relaciones.

-Es un error vulgar creer que has probado los arándanos si nunca los has cosechado.

-Días cuando la ociosidad era la industria más atractiva y productiva.

-Mientras los otros corren hacia los cobertizos, refúgiate bajo las nubes.

-No hay jamás un instante de tregua entre el vicio y la virtud.

-Siempre podrás ver un rostro en el fuego.

-El día es un epítome del año.

-No me sorprende que la tierra se exprese hacia afuera con hojas, ya que así trabaja internamente con la misma idea.

-El otro lado del globo no es sino el hogar de nuestro corresponsal.

-Explorar el mar privado, el Océano Pacífico y Atlántico del estar solo.

-Las cosas no cambian, nosotros cambiamos. Vende tu ropa y mantén tus pensamientos.

-Cerca del hueso, la vida es más dulce.

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