Estados Unidos es actualmente el principal foco de infección de la pandemia del Covid-19. Se espera que el pico de contagio inicie en las siguientes semanas y entonces veremos la fragilidad del sistema de salud de la primera potencia del mundo. Seguramente muchas personas añorarán un esquema de salud más robusto, como lo había planteado Obama y que Trump se encargó de atacar con fiereza desde su campaña y en los tres años que lleva al frente del Ejecutivo.
En este año electoral, Trump inició boyante su carrera rumbo a la reelección. El desempleo estaba prácticamente en ceros, la economía funcionaba y su base estaba gozosa con las redadas multitudinarias del Servicio de Inmigración que deportaban a diestra y siniestra indocumentados. Hoy, la pandemia ha puesto contra las cuerdas al presidente justo en los puntos en los que se apoyaba para justificar su éxito y promocionar su continuidad.
Mientras ahora la administración Trump protege indocumentados, por considerarlos esenciales para mantener la cadena de producción agrícola, el gran empresario se enfrenta al problema del parón de la economía. La estadística es pasmosa: uno de cada 10 trabajadores estadounidenses ha solicitado apoyos por desempleo, se espera que el número escale en las próximas semanas. Millones de personas perderán el trabajo y se avecina una depresión que tardará mucho en irse.
Paradójicamente, un indocumentado en las granjas estadounidenses tiene ahora su empleo asegurado y se está facilitando el acceso y permanencia de estas personas como en las ciudades santuario que tanto criticó el mandatario. Además, los consulados tienen la orden de apresurar los visados de trabajos en estas áreas esenciales para la subsistencia del país, por lo que las organizaciones activistas están a todo señalando lo vitales que son los latinos, con y sin documentos, para el buen rumbo de EU.
También se ha hecho un llamado a acelerar los visados de las personas que laboran en las áreas del cuidado de la salud. Este tema es por demás polémico. Esta fuga de cerebros, personas entrenadas en el campo de la medicina, presenta dilemas éticos de profundo calado. La contratación masiva y los atractivos de migrar a EU hacen que los países de origen de estas personas queden con una carencia grave en sus recursos humanos en estas áreas de extrema importancia, más en una situación de pandemia. En México, sin ir más lejos, sabemos que carecemos del personal médico especializado necesario para lo que nos viene. Hay tratados internacionales que prohíben este tipo de prácticas y es muy delicado que Estados Unidos esté haciendo llamados en este sentido. Una pandemia como la presente llama a la cooperación entre naciones, no a comportamientos viles y acaparadores.