¿Quién debe beneficiarse de los escasos ventiladores?

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La terrible paradoja de un país maquilador como México es que no tendrá suficientes ventiladores mecánicos de los que fabrica, ni importados, en el momento en el que más los necesita para salvar vidas. Supongamos que en un hospital haya sólo uno de estos respiradores disponible y tres pacientes críticos (una mujer embarazada, un enfermero de 40 años y padre de familia que se ha contagiado luchando contra la pandemia y un famoso académico de 70 años). ¿Quién debería beneficiarse del vital aparato?

Una comisión de especialistas de indudable prestigio ha propuesto un borrador de “Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica”, con criterios para resolver este tipo de dilemas éticos del personal de salud, durante la pandemia por Covid-19. La guía deberá ser discutida por el Consejo de Salubridad General, con la presencia del rector de la UNAM, que ha reclamado con vehemencia su asiento.

La guía propone salvar la mayor cantidad de vidas posibles y de vidas por completarse. Eso se traduce en dar cierta prioridad a jóvenes sobre adultos mayores o en echar volados cuando haya empates.

Algunas voces han puesto el grito en el cielo. La periodista Anabel Hernández escribió que “se gesta una masacre de adultos mayores”. El investigador Sergio Aguayo se ha quejado amargamente: “Tengo 72 y si enfermo no me darán un ventilador. Los pocos irán a los más jóvenes. La tercera edad es desechable”.

Es cierto que, aunque todas las personas son elegibles para ser atendidas, la guía propone que los más enfermos y con más edad reciban un puntaje menor. Ello es así para darle futuro a quien no ha tenido ya una vida larga y también para que los ventiladores sean más efectivos (se usen preferentemente en personas que pueden salvarse, antes que en casos difícilmente curables).

Un artículo científico reciente titulado “El triaje más difícil. Distribuyendo ventiladores en una pandemia”, de Robert Truog, Christine Mitchell y George Q. Daley, coincide fundamentalmente con la propuesta mexicana. Y sus autores no son jovencitos buscando salvar su pellejo, sino expertos mundiales ya maduros, pero que son objetivos.

Es deseable que quienes piden transparencia y critican el borrador de guía sean claros ellos mismos. ¿Qué alternativa proponen y con qué justificación bioética? Los cambios que vaya a proponer el rector de la UNAM en el Consejo de Salubridad General deben ser conocidos por la sociedad. Por mi parte, sólo propondría un addendum a la guía. Si alguna comunidad indígena no acepta los criterios contenidos en la propuesta y el hospital de que se trate se encuentra en su territorio, se podrían considerar principios alternativos. Por ejemplo, prioridad a los padres con hijos pequeños por encima de solteros más jóvenes. Es sólo un ejemplo, aunque este criterio me caería “como anillo al dedo” (usando la indignante expresión de AMLO con respecto a la pandemia) en caso de tener que competir por un ventilador. Aunque no vivo en un territorio indígena, sino en el epicentro mexicano de la crisis. Ni modo.

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