“Las enfermeras y doctores portan la peste de China… Evita que estas personas entren en tu negocio”, dice una imagen que circuló en días recientes en redes sociales, revelando que en tiempos de Covid-19, no sólo nos enfrentamos a una emergencia sanitaria sino a una ignorancia que encuentra una nueva oportunidad para discriminar.
Luis Gerardo Ramos, enfermero en Tamaulipas, a través de su cuenta de Twitter, narró el ataque que sufrió al acudir con su uniforme al supermercado, donde una mujer le vació encima una botella de cloro al tiempo que lo acusaba de ser “responsable de contagiar al país”.
Como ésta ya hay decenas de historias y denuncias que han ido descubriendo esta incomprensible sombra de inseguridad que cae sobre aquellos que se encuentran en la primera línea del combate a la pandemia más devastadora de los últimos tiempos.
¿Qué escenario más injusto y qué drama más inesperado podía abrazar a los cuerpos médicos y de enfermería, que convertirse en los nuevos rostros de la discriminación? Pues ésa ya es su realidad.
No bastó con no tener la oportunidad de ser avisados sobre la insuficiencia de insumos básicos para ejercer su trabajo —aunque seguro lo sabían—, no bastó que las instituciones públicas de salud —por momentos indolentes— se recargaran en la firmeza de la vocación de médicos y enfermeras, que de por sí trabajan en condiciones desesperadas, bajo una presión insospechable; arriesgando su vida, cada día, cada hora, en cada paciente, para encima tener que tolerar ser rociados con agua, cloro o insultos en la calle, producto de la ignorancia de una sociedad mexicana que para equivocarse en sus decisiones parece incansable.
Será el miedo a la enfermedad, al futuro, el estrés del encierro, la incertidumbre y la ira, pero no son pocas las víctimas de este virus maldito, que ya ataca a otros que ni siquiera están —ni estarán— contagiados.
Entre el 19 de marzo y el 13 de abril, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación recibió 97 quejas, 54 de mujeres y 43 de hombres que denunciaron insultos, burlas, amenazas, maltrato, hostigamiento laboral, negación de un servicio médico o público, y otros hechos relacionados al Covid-19 que está abriendo nuevas brechas de desigualdad en México.
[caption id="attachment_1143595" align="alignnone" width="696"] Trabajadoras sexuales hacen fila para recibir una tarjeta de apoyo para subsistir durante la cuarentena, el pasado8 de abril. Foto: Cuartoscuro[/caption]
La comunidad LGBTTI, particularmente la comunidad Trans, nuevamente vuelve a ponerse en un desafortunado centro, pues en circunstancias de cuarentena estas ciudadanas y ciudadanos no pueden acceder a clínicas de atención especializada en sus necesidades particulares.
Personas de la comunidad de la diversidad, discriminadas en su propio núcleo familiar, en muchos casos hoy se ven obligadas al encierro precisamente ahí donde no hay escapatoria a la violencia por homofobia en sus muchas manifestaciones.
Desde el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México, en voz de Geraldina González de la Vega, su presidenta, esta semana se destacaron los impactos diferenciados de la contingencia y los grupos a los que dicho Consejo no se encontraba dirigido y que hoy también debe atender.
La emergencia sanitaria que llegó a nuestro país en marzo pasado ha obligado a muchas personas a abandonar sus empleos, desvanecer sus ingresos y para muchos eso de “quedarse en casa” no es opción.
Las poblaciones callejeras debido a su condición no pueden resguardarse, y ahora suman la dificultad de no recibir el apoyo ciudadano del que subsisten la mayor parte del tiempo.
Las trabajadoras sexuales por ejemplo, un grupo vulnerable y vulnerado, hoy no pueden ejercer su oficio con normalidad porque hacerlo representa un múltiple riesgo, y su mismo oficio las enfrenta a una discriminación sistemática cuando desean acercarse a recibir atención médica de rutina y son relegadas en sus zonas de vivienda.
Todos estos grupos se encuentran en la primera línea de contagio por su condición, forma de vida, orientación sexual u oficio, a expensas de que la crisis se termine el próximo 25 de junio, como lo anunció el gobierno federal el jueves pasado, en un mensaje poco claro y un poco cobarde…
Hay información que parece tener que leerse entre líneas, son miles los mexicanos que se encuentran vulnerables no sólo a enfermar, sino a ser alcanzados por la indiferencia, a ser invadidos por la contaminante discriminación, y otros, los más, a ser informados a medias…
Y eso también mata.