Las malas noticias persisten en medio de la crisis sanitaria y económica. Entramos a fase tres de la pandemia que implica un nivel de contagio máximo entre las personas y los precios del petróleo se derrumban a niveles insólitos. No obstante, la autoridad monetaria reacciona positivamente tratando de evitar una caída mayor de la economía, a la vez que la reducción de los precios del hidrocarburo presenta algunas ventajas.
En primer lugar, en cuanto a la evolución de la pandemia, las autoridades sanitarias han corroborado que entramos a la fase tres de contagio, lo que implica que continuarán el aislamiento de personas “Quédate en Casa”, la parálisis de la actividad productiva en sectores no esenciales (sector público, privado y social), la interrupción de las congregaciones en cines, teatros, escuelas, playas, etc.
Aunque aparentemente, las recomendaciones oficiales son las mismas que en la fase dos, la diferencia es que el nivel de contagio será masivo, mucho más acentuado, la población cobra mayor conciencia y la parálisis productiva es mayor. Es el costo que tenemos que pagar por proteger la salud de los mexicanos. No queda otra que seguir las recomendaciones de la autoridad de salud.
En el contexto económico, dos noticias de trascendencia. En primer lugar, el desplome de los precios del petróleo, que paradójicamente y para sorpresa de todos, tuvieron cotizaciones negativas. Este fenómeno, que en apariencia viola las reglas de la economía básica, tiene su origen en el tremendo impacto que tiene el desplome de la actividad productiva mundial sobre la demanda de hidrocarburos y la incapacidad de la industria petrolera para acumular los excedentes.
Para nuestro país, la caída de los petroprecios y en general la crisis de la industria petrolera podrían representar un golpe adicional a nuestra economía, y no precisamente por la caída en los precios, pues recordemos que existen coberturas que garantizan ingreso mínimo en referencia al precio presupuestado, sino más bien por el hecho de que se tenga que reducir aún más la producción respecto a los 100 mil barriles ya anunciados.
Pero el menor precio del petróleo también abre ventanas de oportunidad. La caída tan acentuada en los precios genera también una baja en las cotizaciones de gasolina, que seguramente mantendrá baja la inflación (muy posiblemente termine el año abajo del 3 por ciento), a la vez que elimina el subsidio al combustible garantizando la recaudación completa del IEPS. Asimismo, la baja en el precio del crudo genera una disminución del déficit externo de productos petroleros generando menores presiones sobre el tipo de cambio.
La segunda noticia se refiere a la política monetaria. Banxico, en una sorpresiva medida, reduce su tasa de interés en medio punto porcentual llevándola hasta 6.0 por ciento, definitivamente apoya la baja inflación. Con ello, se da un impulso adicional al crecimiento económico. Además, el banco central anunció una serie de medidas -que detallaremos en una colaboración posterior- para proveer mayor liquidez al sistema financiero. Con ello de acuerdo con la autoridad monetaria, los apoyos a la economía ya suman un equivalente a 3 puntos porcentuales del PIB.