Grecia no es muy distinto a España e Italia, sólo más pequeña, más pobre, con campos de refugiados y con un poco más de obesidad. Pero está haciendo un excelente trabajo contra la pandemia.
Al iniciar la enfermedad, las autoridades griegas reconocieron que sólo contaban con 560 camas de terapia intensiva, de modo que se tomaron en serio el confinamiento. O aplanaban la curva o miles morirían sin acceso al hospital. Y decidieron dejar las decisiones en manos de expertos. El país escucha todas las tardes el informe diario a cargo de un epidemiólogo egresado de Harvard, Sotiris Tsiodras, que se ha convertido en el héroe nacional ¿les suena? A los griegos retornados de España, el gobierno los puso en cuarentena en los numerosos hoteles vacíos, ayudando así a la industria turística. El famoso intelectual Yuval Noah Harari ha elegido a Grecia como modelo mundial de lo que hay que hacer contra el virus. Algunos temían que con el éxito viniera el exceso de confianza. El pasado domingo 19 fue la Pascua ortodoxa y, aunque algunos rompieron el confinamiento para hacer ritos, la iglesia griega puso de su parte y la mayoría de las personas rezaron frente a su pantalla de televisión. Moraleja: hay que confiar en la ciencia y obedecer en serio, sin simulaciones, las medidas sanitarias.
Sudáfrica, por su parte, se quedó esperando al virus. Aumentaron camas de hospital que aún no se han ocupado. Se hicieron decenas de miles de pruebas. Y las fuerzas del orden fueron implacables y, a veces, hasta reprimieron violentamente a quienes no respetaron el confinamiento obligatorio. ¿Por qué el presidente Cyril Ramaphosa y demás políticos dictaron unas de las medidas de confinamiento más estrictas del mundo? Porque, aparte del nuevo coronavirus, existe un trauma anterior por la epidemia de VIH-SIDA que ha devastado al país desde los años noventa. Y Sudáfrica tiene tasas muy altas de obesidad. Pero la enfermedad de Covid-19 no llegó con la violencia que se esperaba porque le ganaron las primeras batallas igual que en Corea, Japón y Alemania, aunque los medios internacionales ignoren este éxito por tratarse de un país africano. No les checa con el estereotipo que tienen en sus cabezas.
El problema hoy es que, como México, Sudáfrica posee un sector informal que carece de ahorros para enfrentar la cuarentena. Está por verse si es más devastador un encierro draconiano como el de ellos o una campaña de “sana distancia”, como la nuestra, llena de empresarios insolentes y de gente parlanchina en las calles. Está por verse si el implacable Ramaphosa o el apapachador López Obrador quedarán como modelos de líder.
Hoy es desolador ver que mientras Asia-Pacífico, donde surgió el virus, logró contenerlo, Europa y América ven pasar desfiles de ataúdes y publican kilométricos obituarios. Pero incluso los gobiernos que la han librado temen a cada momento que sus países estén al borde de un incremento exponencial. Triunfadores seremos sólo el día en que logremos la ansiada inmunidad.