El término bienestar puede entenderse de formas distintas. Los culturalistas, por ejemplo, dirán que estar bien es inalcanzable en la pobreza. Los psicoanalistas sostendrán que el bienestar es imposible si no se explora el terreno de lo inconsciente. Algunos defensores de la autoayuda, venden la idea del bienestar como un producto que se consigue rápido con sólo desearlo. Los omnipotentes creen que el bienestar es producto de su fortaleza mental.
En algún punto medio de estas posturas, que radicalizadas constituyen ideologías, se encuentran los hallazgos de la ciencia, que afirman que el bienestar es consecuencia de un conjunto de habilidades. Que es posible estar bien, con disciplina, perseverancia y mucha práctica de 4 capacidades, que al desarrollarse, pueden reconfigurar algunos circuitos neuronales e incidir en una vida más estable y satisfactoria.
1.Resiliencia: La rapidez con la que nos recuperamos de la adversidad, que es
inevitable. Aprender a estar en el momento presente es una vacuna contra la angustia, la rumiación y los pensamientos catastróficos sobre todas las cosas que probablemente nunca sucedan. El Covid-19 nos trajo malas noticias: el control es una fantasía.
2. Perspectiva positiva: La capacidad de disfrutar las experiencias positivas, de ver la humanidad en los otros y lo que en ellos existe de bondad.
Una actitud positiva es accesible incluso para las personas que están deprimidas, aunque la duración de la experiencia es más fugaz. Los circuitos cerebrales implicados en la perspectiva positiva mejoran rápidamente después de unas cuantas semanas de enfocarse en las pequeñas cosas buenas que nos ocurren todos los días, aún en los días más oscuros. Ser amable, compasivo y estar dispuesto a ayudar inciden en poder ver más lo bueno que lo malo.
3.Atención: Una mente que divaga es una mente infeliz. Cuando usted está haciendo algo, quizá su mente no está ahí en lo que está haciendo sino en algún otro lugar. La felicidad tiene una correlación positiva con estar mentalmente presente en cada momento. William James, en Los principios de la psicología afirmó que la capacidad de regresar voluntariamente la atención una y otra vez a donde queremos, es la base del juicio, del carácter y de la fuerza de voluntad.
4.Generosidad: Cuando las personas se involucran en conductas generosas y altruistas, se activan los circuitos del bienestar. Involucrarse en prácticas para cultivar la bondad y la compasión puede ser una forma de vivir, un ideal sobre el mundo en el que preferiríamos vivir. Nadie debería ser bueno y generoso sólo para activar los circuitos cerebrales del bienestar, sino por un interés genuino en algo o alguien que no sea uno mismo. Pensar en los demás alivia las obsesiones personales, que siempre son callejones sin salida.
Esta propuesta afirma que es posible elegir entre dejar que su mente se transforme, sin dirección alguna, a partir de las experiencias o transformarla con más sabiduría, de modo más intencional, asumiéndose como responsable de su bienestar.
El bienestar no es producto de la casualidad, de la genética, del poder mental, del privilegio o de la buena suerte. Si tiene la vida material moderadamente resuelta, es esfuerzo intencional y una decisión.
* En El Misterio de la mente y las emociones, Harper Collins, 2018.