Los que tenemos el privilegio de poder quedarnos en casa en medio de esta emergencia sanitaria tenemos la oportunidad de disfrutar una variedad de películas y series. En lo personal, he vuelto a gozar de grandes clásicos del cine. Al igual que en la literatura, regresar a las grandes obras de antaño, siempre resulta reconfortante y aleccionador.
Por ello, me entusiasmó la serie de HBO The Movies, emotivo recuento de los filmes más importantes en la historia de Hollywood. A través de 12 episodios nos adentramos en una puntual, siempre atrayente crónica tanto de los grandes éxitos de taquilla como de las obras de alta calidad que han tenido una influencia decisiva en el desarrollo del arte cinematográfico. La serie nos transporta a nuestra niñez, a nuestra adolescencia y nos permite revivir algunos de los momentos más memorables de una historia apasionante. Es un imperdible homenaje al cine mismo.
La historia de Hollywood es la historia de grandes películas. Por supuesto que han abundado la mediocridad, la complacencia, el chantajismo moralino. Ninguna cinematografía tiene el monopolio de la mediocridad. Pero su verdadero valor se aprecia en sus grandes filmes. Y en cualquier lista de lo mejor del cine, prevalecen las películas estadunidenses. Si alguna aportación hay que resaltar de Hollywood es el dominio del arte narrativo para contar una historia. Ha sido un cine concebido como espectáculo grandilocuente para suscitar emociones y mover las fibras sensibles del espectador. Así, las súper producciones fueron la respuesta para competir con la llegada de la televisión y seguirán siendo la apuesta principal para la sobrevivencia del cine. Por lo pronto, el reto es lograr el regreso masivo a las salas tras la pandemia del Coronavirus.
Es cierto que la industria de Hollywood ha sido menospreciada por la pretenciosidad intelectual de aquellos que creen que su prestigio radica en estar con las minorías. El lugar común de plantear una división entre cine comercial y cine de arte es engañoso e inmaduro. El ejemplo más reciente lo tenemos en la brillante y sagaz Joker. En el cine, la única diferencia válida debe ser entre las buenas y las malas películas.
Un aspecto que mucho ha enriquecido a Hollywood ha sido la labor de cineastas extranjeros, quienes han escrito varias de sus páginas más notables. En mi lista de los 10 mejores directores de Hollywood, la mitad de ellos no nacieron en EU: los ingleses Chaplin y Hitchock, el austriaco Billy Wilder, el alemán William Wyler y el turco Elia Kazan. Además, destacan el húngaro Michael Curtiz (realizador de Casablanca, la película más adorada de la historia), el austriaco Fred Zinnemann, el checo Milos Forman o el propio Roman Polanski. Ahora, son los mexicanos los que están dejando su innovadora huella, con Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro. Entre ellos, en sólo seis años ganaron cinco veces el Oscar a Mejor Director.