Atravesamos una época en la que la gente no quiere o no está acostumbrada a pagar por el contenido que lee, ve o escucha en Internet. Hay desconocimiento de lo que cuesta realizar una investigación periodística, y no sólo hablo del aspecto económico, también se suma el tiempo invertido en ese trabajo, los riesgos y presiones que enfrenta el reportero, su experiencia y dedicación profesional, el equipo colaborador detrás de cada publicación y, tristemente, en países como México se puede arriesgar la vida por realizar un trabajo periodístico que afecte muchos intereses, sobre todo cuando se descubre algo que el poder quiere ocultar.
Y seamos sinceros, también hay una oferta muy grande de información sin un trabajo árduo detrás, pero que también merece un retorno económico. A eso hay que agregar la información falsa y sensacionalista que circula, de ahí la decisión de cada persona de consumir un buen trabajo periodístico o cualquier nota amarillista.
Ante este panorama, la pandemia de Covid-19 ha causado la pausa de miles de empresas y trabajadores en todo el mundo y la crisis que de por sí ya enfrentaban los medios de comunicación por este cambio de negocio en la era digital. La afectación entonces es aún mayor por esta situación anormal que vivimos ante el brote.
En México hay ejemplos de esta situación que ha generado el cierre de proyectos de comunicación, la venta de empresas editoriales, el recorte de personal en las redacciones y el final obligado de contenidos impresos. El golpe a la industria de la comunicación se suma a esta perdida de empleos en un espectro que dejará estragos en todo el país y en todo el planeta mientras dure esta emergencia sanitaria.
La desaparición de medios de comunicación y el despido de periodistas y trabajadores en la industria de la comunicación es inminente ante esta situación. Por esa crisis profunda que viven los medios es necesaria una reestructuración de la industria informativa que dé pie a un nuevo esquema, para que este servicio social necesario en una democracia sana, no desaparezca.
Hay que reeducar a los consumidores para hacerles conscientes de todo el trabajo que hay detrás de una nota periodística. Como cualquier servicio y ante la importancia del periodismo para la sociedad, es imperativo que se pague por el contenido que se produce en medios de comunicación y sobre todo en plataformas independientes que comparten información veraz y profesional, de lo contrario van a desaparecer ante los grandes monopolios mediáticos, llenos de intereses económicos y políticos, y en ello la única perjudicada será la población.
Desde abril de este año, cuando la epidemia del coronavirus ganaba terreno en todo el mundo, Google lanzó un fondo de ayuda de emergencia para el periodismo a nivel mundial. Un proyecto enfocado a ayudar a redacciones pequeñas en este
momento de crisis sanitaria. La empresa de Mountain View quiere, sobre todo, apoyar económicamente a medios que comunican información relevante y verdadera sobre el coronavirus. Una iniciativa certera de una plataforma que se alimenta de los contenidos creados por distintos medios de comunicación.
En Australia se plantea una propuesta muy interesante para que plataformas como Google y Facebook paguen a los medios de comunicación por compartir sus publicaciones, ya que estas plataformas digitales se benefician de estos contenidos por la venta de espacios publicitarios y el aumento de visualizaciones en sus redes.
Sin duda hay un camino largo para que la información proveniente de empresas de comunicación sea bien valorada en el mundo digital, pero si no se lleva una estrategia en común, para empoderar la industria, muchos medios van a desaparecer y el que sale perdiendo es usted, el consumidor.