Los resultados de las finanzas públicas del primer trimestre fueron positivos. Paradójicamente, en un contexto de caída de la producción nacional, se registra un importante crecimiento en la recaudación de ingresos, especialmente tributarios, que permite una expansión acelerada del gasto, al mismo tiempo que se registra un superávit fiscal.
En general, los resultados fiscales anticipan un mayor margen de maniobra de la política fiscal para apoyar el crecimiento en los meses siguientes.
Destaca el esfuerzo por aumentar la recaudación. A pesar de que, por efecto de la caída de los precios del petróleo, los ingresos derivados de la actividad petrolera se redujeron 27% en términos reales, el total de percepciones del sector público logró un incremento de 9.2%. Eso fue posible gracias al incremento de los ingresos tributarios, especialmente ISR e IVA de 13% y 18%, respectivamente. Este aspecto no es trivial, más aún, si consideramos que la economía mexicana se contrajo en ese periodo.
En todo caso, lo que refleja este hecho, es una mayor eficiencia recaudatoria y el término de algunos regímenes especiales y de las condonaciones de impuestos. Por ejemplo, la recaudación de ISR e IVA a personas morales se incrementó un poco más de 20% real en la primera parte del año. Muy probablemente la nueva estrategia fiscal está brindando frutos sustantivos en materia recaudatoria. Otro aspecto que coadyuvó a la recaudación fueron las compras anticipadas de la población frente a la pandemia existente.
Por el lado del gasto, se registra una expansión muy importante, se incrementa 6.2% real anual en el primer cuarto del año. Esta aceleración es muy significativa en marzo con un avance de 17%, por lo que puede deducirse que, frente a la necesidad de impulsar el desarrollo, la autoridad ha optado por agilizar y adelantar erogaciones presupuestales. Cabe notar que los rubros que mayor crecimiento tuvieron fueron los destinados a los programas sociales, el gasto en salud y en inversión física directa.
Aun con este importante despliegue de las erogaciones, el balance público mostró un superávit de casi 27 mil millones de pesos (mmp) que contrasta con el déficit de 24.5 mmp ocurrido en el primer trimestre del año pasado. Además de que los fondos de estabilización tuvieron un incremento de 24.3 mmp para alcanzar 264 mmp.
Estas cifras apuntan a que todavía hay margen de maniobra del gobierno para impulsar el crecimiento económico. Es decir, si esperamos este año un déficit ampliado (Requerimientos Financieros del Sector Público) de poco más de cuatro puntos del PIB, más los recursos de los fondos de estabilización, es posible apoyar el crecimiento económico evitando una caída mayor. En este momento se anticipa por el consenso de analistas una reducción de 7.5% del PIB.
Este punto es bastante relevante en virtud de que frente a la esperada y muy acentuada caída de la actividad económica en el segundo trimestre (el PIB posiblemente se reduzca entre un 15% y 20% anual), y, por tanto, los buenos resultados en materia de ingresos no los volvamos a ver en lo que resta del año, el gobierno debe contar con recursos suficientes para apoyar los estragos de la crisis.