El coronavirus produce una reducción de la política a policía, que puede ser beneficioso a las élites del poder en América Latina. En algunos países como Brasil y, en menor medida, Perú, Ecuador y México, las estadísticas de los contagios y las defunciones llegan a dimensiones que dañarían algunos liderazgos.
En otros, como Argentina, Colombia y Chile, donde se ha producido una notable contención de la pandemia, Alberto Fernández, Iván Duque y Sebastián Piñera experimentan un repunte de la popularidad, directamente ligado al manejo de la emergencia. La crisis sanitaria refuerza el poder del Estado pero no todos los líderes hacen un uso eficaz de la nueva coyuntura.
El contraste más pronunciado tal vez sea el del presidente brasileño Jair Bolsonaro y el argentino Alberto Fernández. La popularidad de Bolsonaro ha caído a casi 30% mientras que la de Fernández se acerca al 55%. La razón del contraste tiene que ver con la subestimación de la pandemia por parte del brasileño, pero también con la temprana y rígida cuarentena decretada por el argentino.
Fernández ha proyectado responsabilidad y empatía y, a diferencia de su par brasileño, ha evitado la tentación del aislacionismo. En medio de la aguda crisis de los foros de integración, Fernández ha sostenido contacto con casi todos los presidentes suramericanos y ha intentado mantener a flote la colaboración regional.
La Cepal ha colocado a Argentina junto con Brasil y México en la lista crítica de países con un pronóstico de recesión de -6.5%. Sin embargo, el manejo interno de la emergencia ha sido distinto en los tres países, ya que Fernández ha logrado mantener un clima de colaboración dentro de la oposición, que parece imposible en Brasil y México.
La popularidad de Fernández ha llegado a superar la de Cristina Fernández de Kirchner. Según una encuesta de Synopsis la popularidad de Cristina estaría cayendo a cerca del 25% como consecuencia de una percepción muy extendida de que la vicepresidenta está distanciada o poco comprometida con el manejo de la crisis desde la Casa Rosada.
Otro sondeo de fines de abril, reportado por el diario Clarín, señalaba que el bajo perfil de Cristina Fernández de Kirchner estaba siendo asociado con un rechazo a la severidad de las medidas gubernamentales y a un miedo a que la cuarentena afecte aún más la economía. A esa percepción podría sumarse que la diplomacia realista emprendida por Fernández va en sentido contrario a la visión ideológica de los asuntos regionales que sostiene el kirchnerismo.
Tras el cruce de declaraciones con Santiago, por las estadísticas del coronavirus, el presidente Fernández ha iniciado una ofensiva diplomática que, hasta ahora, ha incluido charlas bilaterales con Sebastián Piñera, el uruguayo Luis Lacalle Pou, el paraguayo Abdo Benítez, la boliviana Jeanine Áñez, el venezolano Nicolás Maduro y el propio presidente brasileño Jair Bolsonaro. Policía y realismo frente a la pandemia.