La necesidad del regreso no puede permitirse improvisación y el abierto riesgo. De cualquier manera todo va a ser muy complicado, pero la prisa puede ser muy mala aliada.
Una de las áreas más complejas es la educativa. Está definido que no se va a tomar una decisión hasta que el Consejo de Salubridad General determine fechas, pero, independientemente de ello, va a ser necesario crear una infraestructura alterna a la que actualmente tienen las escuelas.
Las experiencias en Japón y Francia son referentes para ir visualizando lo que se puede hacer, sin pasar por alto las claras diferencias económicas y de infraestructura entre estos países y el nuestro. No sólo se va a tratar de la sana distancia, sino también de contemplar el transporte, los cubrebocas, los baños, el recreo, la disposición de las aulas, la relación física entre los estudiantes y la de éstos con sus maestros.
De igual manera en las fábricas y oficinas, se tiene que hacer lo propio para evitar cualquier tipo de contacto. Quizá en muchos casos valga la pena mantener el trabajo en casa por lo menos en el corto y mediano plazo.
Uno de los ejes sobre los cuales se debe establecer la estrategia es que el virus puede aparecer y reaparecer en cualquier momento. Quiere decir que lo que se termine por hacer tiene que considerar que se está paliando el efecto del virus, pero no está desapareciendo; va a seguir y vivir entre nosotros.
Regresar en algún sentido significa reinventarnos. Todo indica que no vamos a poder vivir como lo hacíamos, quién sabe qué terminará pasando al paso del tiempo, pero es un hecho, la experiencia en China lo confirma, que se viene un cambio profundo e inédito en muchos de nuestros hábitos, como de hecho ya está sucediendo.
Otro componente más del regreso es la economía. Lo que nos espera será complicado y contracorriente. El mensaje de ayer sobre la “nueva normalidad” se podría interpretar como que se podría estar ante un eventual banderazo de salida. La información deberá ser clara porque podría provocar que quienes viven del comercio informal lo interpreten de muchas maneras. Se tiene que ser preciso, cuestión que hasta ahora ha sido desigual, porque una cosa es lo que se dice y propone y hemos visto que otra cosa es lo que se ha hecho, sobre todo, en la primera etapa de la presencia del coronavirus.
Se presume, con bases, que también muchas personas están esperando el momento para salir en busca de trabajo ya que lo perdieron en medio de la pandemia. Un dato rudo es que según el IMSS en abril se perdieron 555 mil 247 empleos, 60% permanentes y 40% eventuales, lo que en el fondo significan personas y familias. Lo que se pronostica para mayo y junio es similar a lo que está pasando, porque hay que considerar que estamos en medio de la pandemia.
No se ve cómo en el corto plazo se puedan recuperar estos empleos, así como también se ve muy remoto, cercano a lo imposible, el planteamiento del Presidente en el sentido de que en noviembre de este año se alcance la cifra de 2 millones de empleos; insistimos no se ve por dónde ni cómo.
El regreso además nos va a tomar con más debilidades, adversidades y polarización. Si de por sí la situación económica y política era difícil y confrontada con coronavirus todo se ha venido agudizando aún más, lo que incluye nuestras diferencias.
El regreso debe tener una dosis de reconciliación y búsqueda de cohesión. En este terreno tampoco se ve por dónde, no hay indicios de que haya voluntad particularmente del Gobierno.
La ansiada y riesgosa “nueva normalidad” trae un reto mayúsculo que se ve contracorriente: hacerlo cohesionados y con voluntades comunes; todos y todas ya vivimos a prueba.
RESQUICIOS.
¿Qué futuro les deparará a los muchos músicos que recorren las calles de las ciudades cuando entremos a otra etapa del confinamiento?, algunos deberán tener futuro porque son realmente buenos.