En el día tras día (36) (A rascarse con sus propias uñas)

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Habrá riesgos inevitables en la “nueva normalidad”. No hay manera de hacerlo de otra forma, porque en los inéditos se buscan alternativas y soluciones. Lo que habrá que hacer es poner mucha atención en experiencias de otros países.

No hay camino fácil. Donde está sigue estando, una de las vertientes es la referencia que pueden dar las pruebas. Un problema grave que podría presentarse es que en los municipios donde se está dando vía libre para reanudar actividades puedan existir personas, recordemos las posibilidades asintomáticas, contagiadas y que eventualmente no lo sepan. Muy a la manera, por cierto, de este Gobierno se les llama “Municipios Esperanza” a las entidades que el lunes regresarán, no sin riesgos, a la “normalidad”.

El proyecto contempla que no todo el país va a poder entrar al mismo tiempo bajo la misma dinámica. Algunos gobernadores de plano manifestaron su oposición, porque su justificado temor está en la posibilidad de que haya muchos contagios sin que se sepa ante la ausencia de pruebas. Para un país tan grande como el nuestro será un gran reto instrumentar el regreso, a lo que se suma que el Gobierno federal no ha querido o no ha podido integrar a los gobiernos estatales en su estrategia; Nuevo León y Jalisco, y en algún sentido la Ciudad de México, han desarrollado estrategias propias.

El profesor de Medicina y Salud Global de la Universidad de Emory en Atlanta, Carlos del Río, nos dijo que el gran problema que enfrenta la estrategia mexicana tiene que ver con que se han hecho pocas pruebas, “es difícil diseñar políticas públicas cuando no se tiene el panorama de lo que está pasando”.

Si bien han surgido muchas dudas con las pruebas, sobre todo por su temporalidad, son la alternativa que tenemos para poder diseñar las estrategias y conocer en lo general el estado de salud del mayor número de personas.

El suponer o estar contagiado lleva a muchas personas a ir a los hospitales, en medio de los temores que éstos han provocado junto con todas las confusiones psicológicas que se meten en la cabeza de cada uno de nosotros.

El doctor Del Río asegura que la estrategia mexicana es en lo general “acertada”, aunque no se podrá saber a detalle su efectividad hasta que estemos en una etapa ulterior.

El regreso a la “nueva normalidad” tiene que ir aparejado de un estricto seguimiento de las medidas de seguridad. Preocupa lo que puede suceder en algunos municipios “esperanza”, porque hacer confianza puede ser riesgoso y peligroso. Se pueden relajar los hábitos y hay que considerar que no hay manera de cerrar del todo muchos municipios para la entrada y salida de personas.

Ha surgido desde hace semanas una pregunta que no es ociosa: ¿qué es lo esencial y quiénes son los esenciales? Si la respuesta parte de contemplar a las grandes empresas, la economía del país y el necesario crecimiento, aunque al Presidente no le gusta este inevitable concepto, la respuesta está a la mano. Pero si también nos preguntamos por las personas que se quedaron sin empleo y que el dinero que llevaban a sus casas era y es esencial para vivir, es definitivo que tenemos que ver las cosas de otra manera.

Ésta debiera ser la verdadera disyuntiva, porque entre las presiones del gran capital y las necesidades del Gobierno, la economía informal y el grueso de la población están alejados de tener una alternativa en el corto plazo. No se conoce hasta ahora de programas de ayuda para este numeroso y castigado sector de la población.

En medio del ansiado regreso todo indica que hay que tener claro que los gobiernos estatales van a tener que rascarse con sus propias uñas. El propio Presidente mandó ayer un mensaje multiusos al asegurar que si no se cumplen las disposiciones “no nos vamos a pelear”.

RESQUICIOS.

Que conste, militares y marinos en las calles en funciones de seguridad hasta marzo del 2024 y el Teletón en Palacio Nacional.

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