A partir del próximo lunes estará en marcha la reapertura de la economía mexicana, lo cual quiere decir la reapertura de las actividades económicas que, a partir del 1 de abril, fueron consideradas, arbitrariamente, no esenciales y prohibidas.
¡Qué bueno que ya se reconoció la necesidad de reabrir la economía, lo que en este caso quiere decir permitir la producción y oferta de los bienes y servicios que, por las razones que todos conocemos, se prohibieron a lo largo de 47 días, del 1 de abril al 17 de mayo, con las consecuencias que ya estamos viendo, para empezar, en la histórica pérdida de empleos en el sector formal de la economía, casi 700 mil entre marzo y abril!
El problema, en términos de la recuperación, de volver a estar como estábamos antes, por lo menos en enero y febrero, está en la manera en la que se reabrirá la economía, en la manera en la que se permitirá que las actividades consideradas no esenciales, que estuvieron prohibidas, puedan volver a producir y a ofrecer. La reapertura será dispareja en tres sentidos.
Primero: no se dará, al mismo tiempo, en todo el país.
Segundo: no se dará, para todas las actividades económicas, al mismo tiempo.
Tercero: no se dará, el cien por ciento, para las actividades económicas que se permitan.
Estas tres características de la reapertura limitarán seriamente sus alcances y retrasarán el momento de la recuperación, es decir, el momento en el cual volveremos a estar, por lo menos, como estábamos en enero y febrero, antes de que comenzara el efecto coronavirus.
¿Por qué las tres características de la reapertura limitarán sus alcances y retrasarán la recuperación? Porque en la economía, a través de una enorme red de intercambios, todo esté relacionado, de tal manera que lo que se deja de producir en una región, por no considerarse segura, puede afectar a lo que se produce en otra, que sí se considera segura; la producción que se prohíbe, por no ser considerada esencial, puede dañar a la que sí se permite, por sí ser considera esencial; la producción que no se realiza al cien por ciento puede disminuir la producción y oferta de otros bienes y servicios.
Qué bueno que se reconoció la necesidad de reabrir la economía. Qué malo que será una reapertura a medias, tanto por regiones (no serán todas), como por sectores (no serán todos), como por empresas (no operarán al cien por ciento). No todas las empresas, no al cien por ciento, no todas las regiones.
¿No habrá una manera menos restrictiva de reabrir la economía, no a partir de los permisos y/o las prohibiciones del gobierno, sino a partir de la libertad de los agentes económicos involucrados, tanto por el lado de la producción, oferta y venta, como por el de la demanda compra y consumo? ¿No habría que darle una oportunidad a la libertad?