De regreso a la “nueva normalidad”

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Foto: larazondemexico

En pleno “pico” de pandemia de coronavirus, con 353 fallecimientos, el mayor número de casos registrados en un día, con lo que suman tres mil 926; ocho mil 817 confirmados y 22 mil sospechosos y advertencias de la Organización Mundial de la Salud del riesgo de nuevos brotes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dará a conocer hoy el plan de “regreso a la nueva normalidad” en municipios con menos contagios y la reanudación de actividades en algunos sectores.

Adelantó que de los “casi” dos mil 500 municipios que hay en el país, mil tienen casos confirmados y mil 100 no tienen ninguno y en los cuales se levantará el confinamiento, todo de acuerdo a las medidas sanitarias que se recomiendan y con el mayor cuidado para evitar la propagación del virus.

DE ESTO Y DE AQUELLO…

Uno de los varios motivos, y más importante, que pudieron llevar al Presidente López Obrador a olvidar su ofrecimiento de campaña de “regresar al Ejército a los cuarteles” y caer en una más de sus incongruencias al ordenar a las Fuerzas Armadas a realizar tareas de seguridad pública es el riesgo de que los miles de muertos por Covid-19 y sus consecuencias económicas propicien que protestas y reclamos ciudadanos se desborden.

Ese malestar se ha generalizado y llevado a familiares de pacientes internados en algunos hospitales a irrumpir en ellos en reclamo de informes sobre el estado de salud en que éstos se encuentran, ante el justificado temor de que en vez de cuerpos se les entreguen cenizas, como ha sucedido desde hace unas semanas.

Si a eso se agrega que, hasta ahora, más de 500 mil personas se han quedado sin empleo e ingresos por el cierre de empresas grandes, medianas y pequeñas, más los que se acumulen en semanas venideras, y la desesperada reacción que originen —el sector patronal estima que a esa cifra se agregarán un millón más— es previsible lo que pudiera llegar a ocurrir.

Tal vez en prevención de ello, el Presidente tuvo que ordenar que Ejército y Armada asuman tareas de seguridad pública que realizaría la Guardia Nacional, a la que se le destinaron miles de millones de pesos para ello, a pesar de lo cual la inseguridad y violencia han alcanzado niveles alarmantes.

Ahora, López Obrador tuvo que hacer lo que tanto le criticó a sus antecesores Enrique Peña y Felipe Calderón: echar mano de las Fuerzas Armadas para tratar de combatir los altos índices delictivos, pero, sobre todo, ante lo que se teme que ocurra cuando la ira social se desborde ante los daños por la pandemia, contagios, saturación hospitalaria, más muertos, desempleo y escasez de alimentos, que ya se advierte.

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