Liberación de actividades: los riesgos persisten

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Foto: larazondemexico

La gran incertidumbre en torno al impacto de la pandemia sobre la economía ha sido el principal factor que impide una adecuada y más certera realización del cálculo económico y del pronóstico de crecimiento desde hace casi cuatro meses.

Los analistas económicos nos hemos visto en una vorágine de estimaciones, que para el caso de México, empezó el año con pronósticos de avance del PIB para este 2020 entre cero y una caída de uno por ciento, con el desarrollo de la pandemia, los consensos pasan a estar entre caídas cinco y seis por ciento hace un par de meses, para actualmente ubicar un derrumbe entre siete y diez por ciento, estos últimos manifestando de forma explícita un claro sesgo a la baja.

Este carrusel cuesta abajo de las estimaciones de crecimiento económico deriva de la mayor evidencia -hasta cierto punto medible- de la parálisis económica que durará al menos tres meses. No ha sido fácil tratar de evaluar cual será el comportamiento de la economía en todo este año. Pocas crisis manifiestan estrangulamientos simultáneos tanto de la oferta (interrupción de las cadenas productivas y cierre de negocios) como de la demanda (paro del consumo por confinamiento de las familias) tan agudos como los habidos en la actual recesión económica.

Por fortuna, tomando como válida la afirmación de las autoridades de salud, en el sentido de que la curva de contagio ha sido aplanada, ello ha permitido un control más adecuado de la pandemia, pero el costo ha sido prolongar la parálisis económica. No había otra alternativa, la autoridad, de manera correcta, ha priorizado la atención a la salud de la población por encima de la economía.

Para el primero de junio, entraremos en una nueva etapa en la evolución y tratamiento de la pandemia en México. Principalmente, se liberan sectores estratégicos para el crecimiento (automotriz, construcción y minería), a la par, se liberarán algunas regiones bajo los lineamientos de la autoridad federal (semáforo basado en la evolución de las curvas de contagio de los municipios/estados) y bajo la aprobación de los gobiernos estatales y municipales.

Todavía faltan casi dos semanas (en las que se debe acatar al máximo la recomendación de confinamiento y cierre de actividades no prioritarias) para el comienzo de esta nueva fase, se trata de un periodo crucial para el éxito del control de la pandemia. Las expectativas sobre el impacto del Covid-19 sobre la economía tienden a disentir en función del éxito o fracaso de la nueva estrategia.

Ya hay lecciones probadas de que la liberación parcial de actividades y del confinamiento de las familias puede llevar a un rebrote del contagio masivo, generando un regreso cuyas consecuencias redundarían en una caída económica mayor a la esperada. Por el contrario, si la estrategia es ordenada y logra un manejo adecuado de la pandemia -sin que ello no implique un rebrote en el contagio, pero de cuantía menor-, las expectativas económicas podrán estabilizarse asumiendo que no existe un daño adicional al crecimiento económico. Por ahora, debemos esperar que las estrategias de los gobiernos federal y subnacionales tengan éxito -con el apoyo de la población- para evitar un daño mayor.

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