Ni “domada” ni “aplanada” la pandemia

larazondemexico

Ni “domada”, ni “aplanada” la curva, ni controlada medianamente, la pandemia de coronavirus cobra un mayor número de vidas, ayer 420, cuatro menos que el día anterior, para sumar seis mil 510; 12 mil 905 casos confirmados; 33 mil 291 sospechosos y 59 mil 567 acumulados, que han empezado a saturar hospitales públicos y privados de la Ciudad y Valle de México y de otras más de algunas entidades federativas.

Después de que el Gobierno federal anunciara el lunes pasado el plan de reactivación económica, el confinamiento de más de dos meses de varios millones de habitantes de la República recibió un severo golpe porque desde los días previos, mucha gente lo interpretó como el fin de la emergencia y comenzó a salir, con el consecuente acelerado contagio que se registra.

DE ESTO Y DE AQUELLO…

El INEGI reveló ayer que, según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, que realiza cada dos años, en 2019 hubo 15 mil 732 víctimas de la corrupción, más que las 14 mil 635 de 2017, aunque los porcentajes de confianza en la población fue 51.2 por ciento mayor a la anterior, que fue de 25.5.

Eso llevó a entusiasmar a algunos, como la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, a tuitear que, según esas cifras, el actual Gobierno federal es percibido como “el más honesto –sic– en la historia del país” y presumir  un “combate a la corrupción”, que fue ofrecimiento de campaña, igual al de acabar con la inseguridad y la violencia.

De esa manera, algunos de los que a veces se desmañanan por tener que acudir a las mañaneras en Palacio Nacional creen que van a “dormir al velador” y hacer creer lo que no es, dándole la vuelta al reporte de la encuesta para quedar bien en lo personal y con el jefe, porque de que hubo más víctimas de la corrupción gubernamental el año pasado que en 2017, lo hubo, y Pitágoras sigue vigente.

Ahora lo que el Presidente anuncia es que dará a conocer su propio Producto Interno Bruto, el PIB, que será un “Indicador Alternativo para medir la felicidad, el bienestar y también los grados de desigualdad” en nuestro país en este sexenio, lo que, dijo, “no le va a gustar a los tecnócratas”. Y no sólo a ellos.

Volvió a machacar con lo que suelen proponer legisladores o dirigentes de Morena –aunque luego aparente descalificarlos, como a Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente provisional del mismo, que propuso convertir al Inegi en policía domiciliaria– “para saber si realmente hay bienestar, porque el progreso sin justicia es retroceso, y no se trata nada más de acumular riqueza, y menos si se trata de acumular riqueza en pocas manos”.

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