En el día tras día (42) (El afamado vocero entre la gloria y el cohetero)

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No somos el único país que trae lío grande con las mediciones sobre la pandemia. El tema es básico, porque determina y define las estrategias en la larga crisis.

Tarde que temprano enfrentaremos la terca realidad. Si a lo largo de todo este tiempo se ha tratado de administrar la crisis a través de mediciones irregulares el costo será muy caro. No sólo afectará la salud y el ánimo, sino que también habrá reacciones políticas.

Es evidente el paulatino e inevitable desgaste del afamado vocero. Es difícil que sea de otra manera, debido a que los reflectores lo han tenido en el centro, a lo que se suman sus comentarios, su filiación lopezobradorista, el evitar ciertos debates y, sobre todo, por el tema de las mediciones.

Llegará el día del balance y ahí sabremos si la estrategia fue la indicada y si las mediciones tienen que ver con la realidad o con la realidad paralela. Al vocero lo colocaron en el centro y no se ha permitido o no le han permitido tener la prevalencia del científico.

Con todo y la infinidad de comentarios e interpretaciones sobre el papel que juega es un personaje que le ha quitado, en algún sentido, los focos de atención al Presidente en el tema.

Esta estrategia no lo ha desgastado y si bien habla del tema metiendo en problemas a su equipo y trata de apurar el regreso, al final todo termina quedando en la responsabilidad del afamado vocero quien acaba por tratar de ordenar el discurso.

Cualquier cosa que no cuadre muy probablemente se le terminará por endilgar a los “especialistas”, que en medio de la pandemia se han convertido en la luz ante el problema, pero, al mismo tiempo, no perdamos de vista la responsabilidad que cargan, y la que ante adversidades futuras muy probablemente les señalen.

El coronavirus ha colocado a las y los científicos en el centro de la sociedad. Nos ha permitido ver con claridad la importancia del conocimiento, el cual hace diferentes a las sociedades y es lo que permite mejores condiciones de vida.

Los gobernantes mexicanos no han entendido el valor de la ciencia, sí así fuera los presupuestos serían otros y muchas decisiones se tomarían en función del trabajo de los investigadores, lo que incluye a la presente administración, diga lo que diga el ideologizado Conacyt.

El momento clave será cuando sepamos si las estrategias fueron determinadas con base en el conocimiento científico o si lo que se hizo fue utilizar a los especialistas para tomar decisiones bajo la premisa de causar el menor riesgo.

Diversos testimonios plantean críticas a lo que ha venido haciendo el Gobierno, en particular lo que tiene que ver con el muy castigado, valeroso y reconocido personal de los hospitales. Algunos doctores, enfermeras y enfermeros nos han planteado su indignación por lo que consideran falta de sensibilidad de las autoridades, esto va para el Gobierno federal y el de la capital.

El vocero debería reparar en esto con mayor acuciosidad, “no lo hemos visto por los hospitales ni cercano a nosotros”, nos dijo una doctora del Hospital de La Raza quien pidió el anonimato.

Se entiende que bajo un momento como el que estamos viviendo una función como la del vocero es un auténtico galimatías. Sin embargo, van varios momentos en que su discurso y sus acciones se ven más definidas hacia lo político que hacia un debate científico.

El vocero está en rumbo de la gloria y el infierno, al tiempo que puede terminar como el cohetero. Por el  momento, y por el cargo, queda claro que alguien se podría poner las medallas, pero sea como sea no debe dejar de hacer lo que se dice que es, un científico.

RESQUICIOS.

Se añora el futbol, pero está complicado el regreso. Para los dueños no se ve el mínimo de rentabilidad con estadios vacíos, todo puede ser una gran pérdida que afecte el negociazo de los del pantalón largo y a los jugadores. En el caso del deporte del sexenio si no hay entradas no hay playball.

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