Pandémica confusión institucional

SOBRE LA MARCHA

CARLOS URDIALES larazondemexico

La pandemia descontrola humores y ofusca criterios. El Presidente López Obrador asume que “como cualquier ciudadano”, vigilará el respeto a la voluntad popular en las elecciones del próximo año. ¿Es cualquier ciudadano?

El Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no son santos de la devoción lopezobradorista, pero torpedear su prestigio con la investidura presidencial a cuestas ya es un problema institucional. ¿Será que, si Gobernación puede asumir funciones del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, podría entonces organizar elecciones de nuevo?

Andrés Manuel López Obrador festinó estar acabando con la peste funesta de la corrupción, mientras la Secretaría de la Función Pública exoneró fast track a su titular ante presuntas incongruencias patrimoniales.

Al viral asunto plagado de donaciones, herencias, gangas y oportunidades; así como era antes, tanto suyas como de su esposo, el académico John Ackerman, lo barnizó la virulencia de las hordas pro 4T; incluso, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, tuvo espacio para ocuparse del tema y respaldar a la “compañera” Irma Eréndira.

El sentido de cofradía de los puros, de los distintos, que, con excepción del Presidente López Obrador, se parecen mucho a los de antes, recientes embates de la realidad, del registro y la denuncia periodística. Por mencionar, mire la única entrevista concedida por el mandatario desde que entró en funciones a un reportero-militante como Epigmenio Ibarra.

Durante el fin de semana, en las redes presidenciales en vez de mensajes de fin de semana, se transmitió la cuarta parte del cuestionario televisivo. Cuatro horas en total. Recuerdo aquellas entrevistas en Los Pinos, previas al cambio de poderes, conducidas por populares figuras de Imevisión y Televisa, a la familia que se iba y a la que llegaba, tersas, sin hurgar, sin inquirir.

Panorámicas costumbristas para difundir y consolidar la salud de la Revolución —tercera gesta transformadora de la Nación— y el siempre pertinente sentido nacionalista de los poderosos en turno.

El inmenso, por extensión, documental de Epigmenio Ibarra sobre la épica del hombre entre muros de Palacio Nacional compite con ventaja con aquellos archivos de la memoria de los tiempos de antes, de la pleitesía oficiosa.

Otro abordaje para mirar la confusa relación entre medios, periodistas y gobernantes de la 4T es la estadística de las conferencias mañaneras durante los periplos que el Presidente López Obrador emprende como parte de su nueva normalidad; al no viajar los reporteros consentidos de las mañaneras, esos moleculares influenciadores emergentes, los encuentros son breves, las preguntas contadas y a otra cosa.

De pilón. Ayer se dio un enroque burocrático entre funcionarios de Hacienda y Gobernación, como los de antes. La subsecretaria de Gobernación pasó a dirigir el Banco del Bienestar y quien despachaba ahí se mudó a Bucareli. Antes se cuestionaba a los todólogos que, cercanos al poder hacían de todo, aunque supieran nada. Hoy se presume distancia en forma y fondo con los de antes. Hay días en que se parecen mucho.

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