El doctor Alejandro Gertz Manero, celoso de su deber, hizo pública la denuncia que el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, presentó en contra de Enrique Peña y Luis Videgaray por haberlo utilizado como instrumento para recibir y repartir millonarios sobornos de Odebrecht durante la campaña de 2012 y luego para comprar, a través de moches a legisladores, la Reforma Energética del Pacto por México.
El Fiscal General de la República cuida el debido proceso. Los beneficios para Emilio Lozoya no se los concede él, sino la Ley que en el Código Nacional de Procedimientos Penales precisa a qué tiene derecho el imputado de un delito, cuando inicia un proceso superior y aporta las pruebas suficientes bajo el llamado “criterio de oportunidad”. Por eso Gertz Manero no menciona nombres, enuncia las acusaciones, informa. Punto.
El indebido proceder ocurre en Palacio Nacional, cuando el Presidente López Obrador sale muy feliz a macanear a sus adversarios empleando el caso Lozoya como bate. Quiere conocer nombres a las de ya, quiere que el video se difunda casi en cadena nacional, que los ex que lo derrotaron en 2006 y 2012 comparezcan, saborea la foto de Calderón o Peña frente a un juez declarando. Ésas serán sus banderas durante varios meses o años.
Sobre el debido proceso que tanto cuida Gertz Manero, López Obrador procede indebidamente al hacer proselitismo a favor de Morena y su 4T. El suculento asunto judicial del caso Lozoya debe cocinarse con tiempo y sigilo para que la verdad, la justicia y el Estado de derecho se nutran. La raja política del escándalo, en cambio, es como comida chatarra, sabrosa y adictiva; engorda caldos ajenos a la ley y, por lo mismo, resulta un bocado irresistible.
Lozoya canta y las elecciones crujen; hay pan y circo en medio de una pandemia atroz repleta de contradicciones oficiales que van desde el conteo de muertes hasta el debate sinfín sobre el cubrebocas presidencial; hay espectáculo y un maestro de ceremonias ansioso por tapar el Covid-19 y sus secuelas con un Lozoya.
Pero también está el mandatario que puede marcar la historia de este país con un maxiproceso a cargo de la nueva FGR, que siente nuevos paradigmas no sólo en el combate a la corrupción, sino a la manera de mirar, entender y abordar el poder.
Rosario Robles, un año tras las rejas. Hoy la expresidenta del PRD, exjefa de Gobierno de la CDMX, exsecretaria de Desarrollo Social y exsecretaria de Desarrollo, Agrario, Territorial y Urbano cumple un año presa en Santa Martha Acatitla acusada de delitos no graves. A la maestra Robles no la acusan por la Estafa Maestra, la indician por omisión y ejercicio indebido de la función pública. La FGR dice que la diferencia entre ella y Lozoya es la cooperación. Otros agregamos, el abultado patrimonio en dólares del segundo y la justa medianía de la primera. Ella no es santo de la devoción para la 4T, en cambio Lozoya es milagroso.