Tour electoral

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl
Horacio Vives Segl larazondemexico

Dedico la presente colaboración a analizar los resultados de las últimas elecciones en dos países europeos (Polonia y Bielorrusia) y la actualización del proceso electoral en curso en Estados Unidos.

Polonia profunda. Tras la conclusión de la segunda vuelta electoral, el ultracatólico, ultraconservador y nacionalista Andrzej Duda consiguió la reelección como presidente de Polonia. En los comicios más cerrados (apenas 2.5%) desde el fin del comunismo, en 1989, Duda se impuso al liberal y pro europeo alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski. El clivaje actual que divide a Polonia tiene al país fraccionado en dos mitades casi perfectas: una tradicionalista, rural y ultraconservadora, en la que la Iglesia católica mantiene una notoria ascendencia, la de la llamada “revolución conservadora” —que alcanzó a mantener en el poder a Duda— y otra urbana y liberal, con Varsovia como eje opositor. Nada bueno puede esperarse del reforzamiento de la agenda conservadora y el discurso de la “protección a la familia”: más discriminación y ataques a la comunidad gay, endurecimiento de la legislación contra el aborto, negativa a indemnizar a judíos por los bienes confiscados durante el periodo comunista, etcétera.

“El último dictador de Europa”. Así identificado entre las democracias occidentales, Alexander Lukashenko obtuvo su sexta reelección en Bielorrusia. Más de un cuarto de siglo de liderazgo autoritario (es presidente desde 1994) de este sátrapa, quien, tras imponerse supuestamente con el 80% de la votación en comicios claramente no competitivos, ha ordenado reprimir con virulencia las manifestaciones post electorales: los detenidos se cuentan por miles y la candidata opositora Svetlana Tijanovskaya tuvo que refugiarse en Lituania. No sorprende que, habiendo Lukashenko mantenido una actitud abiertamente misógina durante la campaña, las mujeres hayan tomado la iniciativa en las jornadas de protesta postelectoral. Mientras organismos internacionales como la OTAN o la Comisión Europea y distintas democracias de Occidente condenaron oportunamente la represión, por supuesto los verdaderos homólogos del dictador —Xi Jinping, Nicolás Maduro y Vladimir Putin— se congratularon por su refrendada imposición.

Fórmula Biden-Harris. Desde que Joe Biden fue sacudiéndose uno a uno a más de una docena de contendientes —hasta que se convirtió en el indisputado candidato demócrata a la Presidencia de Estados Unidos— había anunciado que sería una mujer su compañera de fórmula a la Vicepresidencia, lo que se confirmará con la nominación en la convención demócrata actualmente en desarrollo. Decidió por la senadora de California, Kamala Harris, quien se suma al selecto grupo de mujeres que han integrado parte de la fórmula de candidatos (la también demócrata Geraldine Ferraro en 1984 y la republicana Sarah Palin en 2008 para la Vicepresidencia y, por supuesto, Hillary Clinton hace cuatro años para la Presidencia), con un importante componente histórico en la decisión: es la primera mujer de ascendencia asiáticoamericana y afroamericana en “jugar en esas ligas”. ¿Fue la decisión correcta? De entrada, pareciera estar a tono con el contexto actual y cortoplacista, por su origen étnico, por tener menos de 60 años de edad y por el entorno de protestas contra el racismo vertebradas en el movimiento #BlackLiveMatters.

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