La pandemia desnuda

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales Foto: larazondemexico

Año inédito, horrible. Y en materia económica, un sexenio perdido. La pandemia desnudó lo mismo a los líderes populistas que a regímenes autoritarios; exhibió sin filtros a sistemas de salud públicos y privados, incapaces unos, insuficientes los otros; ventaneó al aprendiz de la estadística y de los modelos matemáticos que no atina una; la pandemia quema a los vanidosos.

El Presidente López Obrador presume que en el peor momento tenemos al mejor Gobierno. Olvida el mandatario la conseja popular que advierte: alabanza en boca propia es vituperio; no importa, el caso es que AMLO asume como cierto algo imposible de probar. ¿Por qué es el mejor gobierno? ¿Comparado con cuál, cuándo y dónde?

Las estadísticas del Inegi no lo avalan. Los pronósticos del Banco de México y de la Secretaría de Hacienda tampoco. Es muy probable que millones de beneficiarios de apoyos directos sí, pero los también millones de nuevos desempleados (formales e informales) no, tampoco los grandes inversionistas. Sus novedosas políticas públicas anticrisis, demostrarán su virtud o fracaso a futuro, no ahora; imposible.

Juega a conveniencia con datos del Inegi. Se alegra con una falsedad; un millón y medio de nuevos empleos en julio. Eso no ocurrió, lo que sí fue es que un millón y medio de personas retomaron alguna actividad económica, formal o no. Enorme diferencia. Que 7 millones se reincorporen al mercado productivo suena espléndido si omitimos que antes, casi 13 millones salieron del ámbito laboral; una recesión del 10 por ciento en el PIB para este año histórico e histérico, echa a perder las metas de desarrollo de la 4T. Aunque no se reconozca.

La transformación moral, oficial y social, continúan como faro guía de la 4T. La circunstancia global limitará los alcances de las expectativas; la felicidad será un indicador subjetivo que supla al objetivo crecimiento (muy neoliberal), a la inversión productiva (muy caprichosa); las remesas paliarán la falta de riqueza doméstica (muy solidarias sí, pero aves de mal agüero también).

La prédica anticorrupción se mantendrá como elemento diferenciador, argumento de venta electoral para refrendar apoyo social y mayoría legislativa. El sambenito de la consulta para meter a la cárcel a los expresidentes redituará a la causa de AMLO justo donde quiere, revancha y alivio para el resentimiento colectivo, una hoguera imaginaria, el estigma social, pero sin pena jurídica; fantasía sobre realidad.

La pandemia desnudó para bien y para mal nuevas realidades sobre las cuales el discurso se mantiene firme, provocador y eficaz. La ética política sobrevive, la estética del desarrollo no.

La exquisitez de la pequeña burguesía, que no es

Al confirmar la salida del extitular de la Semarnat, Víctor Manuel Toledo, el Presidente López Obrador confesó su creencia respecto al estrés que pensaba, era una exquisitez de la pequeña burguesía. Y descubrió, a estas alturas, que la tensión emocional patológica es real. Y quizá mañana sepa que afecta a millones.

Somos el país con mayor estrés laboral en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esos datos muestran que el 75 por ciento de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral y superamos a países como Estados Unidos y China.

El estrés laboral provoca saturación física y mental; afecta los entornos laboral y familiar de las personas según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Lo que AMLO pensó fifí, no lo es. El estrés afecta a cualquier nivel socioeconómico y resulta ser un tema poco entendido por buena parte de la población, el Presidente Andrés Manuel López Obrador incluido.

A largo plazo, el estrés laboral provoca descenso en la calidad de vida, problemas de salud físicos y mentales; puede provocar depresión y ansiedad. También impacta a la economía nacional. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el estrés laboral representa pérdidas de entre el 0.5 y el 3.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

En México el estrés de los trabajadores genera pérdidas de entre 5 mil y 40 mil millones de dólares cada año según la OIT. En 2019, la productividad del país se contrajo 2%, de acuerdo al índice global de la productividad de la economía que realiza el Inegi. Imagínese los números de este 2020.

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