El Presidente ha llevado una decisión hasta las últimas consecuencias y se contradice en una de sus máximas: “Comprometer a quienes menos tienen, a vender boletos para la rifa del avión presidencial”.
Los cachitos para la rifa del avión se están vendiendo a la fuerza entre funcionarios de administraciones locales. A algunos hasta les han puesto metas de venta.
Así sucede en alcaldías como Azcapotzalco e Iztacalco donde se ha informado a diferentes funcionarios que tienen que ayudar “voluntariamente” al Presidente López Obrador a vender su avión.
Incluso en la alcaldía de Iztacalco, su titular Armando Quintero, se dio a la tarea de grabar un video y subirlo a las redes sociales de la administración local para pedir a los vecinos y a los trabajadores que por favor compren su cachito.
A este esfuerzo no sólo se han sumado funcionarios de la Ciudad de México, sino también funcionarios federales y hasta el propio Ejército.
A todos se les ha pedido colocar los cachitos del avión para el sorteo que se realizará este mes. Lo que buscan evitar es un descalabro más a la caída en la popularidad del jefe del Ejecutivo y que la realidad lo alcance, siendo la idea de la rifa un fracaso anunciado desde su concepción.
Han dejado de lado aquella premisa de “primero los pobres”, y con tal de aumentar la venta de los boletos, piden a los trabajadores de estructura que compren los cachitos y los vendan entre familiares y amigos.
Hay que recordar que para el sorteo del avión presidencial TP01 “José María Morelos y Pavón”, el Gobierno federal puso a la venta seis millones de boletos, con el fin de recaudar tres mil millones de pesos, de los cuales dos mil millones se repartirán como premios entre los ganadores.
El Presidente ha prometido que los recursos irán al sector salud, pero mientras busca ayudar a una parte de los funcionarios a otros los descobija, pues tienen que desembolsar entre dos mil y hasta cinco mil pesos de sus quincenas.
En el baúl. El Instituto Nacional de Antropología e Historia se encuentra constantemente presentando denuncias por objetos, obras y reliquias perdidas. La mayor parte de éstas se extraviaron el año pasado; 2019 fue un año negro en la pérdida de objetos con valor histórico para nuestro país.
Hasta ahora esos objetos no se han recuperado y siguen sin aparecer. Me cuentan que se sospecha de colecciones privadas e incluso tráfico internacional de este tipo de obras que deberían estar en museos de la nación, pero que hoy están en manos de extraños.