Ruth Bader Ginsburg y la Corte de EU

ANTINOMIAS

Antonio Fernández Fernández
Antonio Fernández Fernández Foto: larazondemexico

“No pido favores para mi sexo. Todo lo que pido de nuestros compañeros es que quiten sus pies de nuestros cuellos”

Ruth Bader Ginsburg

El pasado 18 de septiembre el mundo jurídico sufrió una gran pérdida con la muerte de la jurista Ruth Bader Ginsburg, y sobre todo para la Corte Suprema de Estados Unidos, quien perdió a su más reconocida jueza. Nacida en Brooklyn, el 15 de marzo de 1933, hija de padres judíos de clase media, quedó huérfana de madre a los 15 años, logrando entrar a estudiar derecho en la Universidad de Harvard para después concluir sus estudios en la Universidad de Columbia.

Una vez graduada se dedicó a la academia donde desarrolló estudios sobre el derecho de las minorías y la igualdad, y más tarde fundó la Sección de Derechos de la Mujer en la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, lo que la motivó a ejercer el derecho y defender causas en contra de la desigualdad en los Tribunales, logrando grandes victorias.

En 1980 fue nombrada Jueza del Tribunal de Apelaciones, donde permaneció trece años, siempre participando con posturas bien fundadas a favor de la igualdad, lo que la llevó a que en 1993 el presidente Bill Clinton la nombrara Magistrada del Tribunal Supremo, siendo la segunda mujer en la historia de la Corte Suprema de los Estados Unidos en lograrlo.

Durante su desempeño en la Corte Suprema tuvieron gran relevancia las resoluciones que apoyó como la legalización del aborto, los derechos de los homosexuales y el voto en contra de la pena de muerte; todo ello hizo que fuera tomada por los jóvenes como un estandarte de la igualdad, llegando a venderse playeras con su imagen, e incluso se han realizado dos películas basadas en su vida.

El mayor nivel de popularidad lo alcanzó cuando en una entrevista, en el 2016 durante la campaña para la Presidencia de Estados Unidos, donde manifestó que Donald Trump era un farsante, lo que le valió el aplauso de un amplio sector de votantes, pero también el odio de Trump, quien nunca se lo perdonó.

La jueza tuvo también actos que causaron dudas respecto de su compromiso con los demócratas, pues en el año 2016, un tanto enferma y debilitada, y todavía bajo el gobierno de Barack Obama, éste le propuso renunciar para que se asegurara un sustituto con el mismo corte liberal, pero ella no aceptó, pensado en que llegaría a la Presidencia Hillary Clinton y no habría riesgo alguno, y sabemos qué pasó.

En virtud de la muerte de Ginsburg y a unos días de las elecciones, ante la presión de Trump, se plantea el posible nombramiento del sustituto(a) en el Tribunal Supremo, para obtener la mayoría de jueces conservadores y en caso de un conflicto postelectoral que la Corte incline la balanza a su favor, pone en riesgo la tradición de no nombrar jueces en periodo electoral, es una decisión que puede producirle más pérdidas que ganancias al Presidente Trump al momento de la votación.

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