Ambientalismo de Biden y trumpismo 4T

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños
Bernardo Bolaños Foto: larazondemexico

El influyente Dr. John Ackerman tuiteó el 3 de octubre que “una victoria de Biden podría empeorar las relaciones de EU con muchos países de América Latina”. ¿Biden es el peligro? Para el periodista, académico y político de la 4T, Trump es “predecible”, pero Biden es el verdadero objeto de reprobación.

Vale la pena notarlo para comprender mejor por qué cuando los expertos hablan de la nueva generación de líderes populistas, ponen juntos a Trump y a AMLO. El propio presidente estadounidense apoda a López Obrador Juan Trump.

Cuando ganó el republicano en 2016, Ackerman se había lanzado contra Killary. Y vimos que la Guardia Nacional fue puesta al servicio de la política migratoria del vecino del norte. Las caravanas centroamericanas fueron expulsadas con gases y toletes. México se convirtió en una frontera vertical que separa a Estados Unidos de Centroamérica. El modelo populista de Trump fue copiado en Brasil y ascendió Bolsonaro, un iracundo militar, con la misma voluntad de destruir el Acuerdo de París contra el cambio climático. El eje populista Washington-Ciudad de México-Brasilia ha dado luz verde al fortalecimiento de la economía fósil y la destrucción de grandes extensiones de áreas naturales en favor de refinerías, ganado, siembra de soya y turismo de masas en reservas de la biosfera.

Particularmente preocupante es la deforestación de la selva amazónica para soya y engorda de vacas. Hoy, 40 por ciento de la Amazonia está enfilada a convertirse en una sabana, como acaba de alertar el prestigioso Centro de Resiliencia de Estocolmo. Porque la selva, reducida y quemada, ya no genera suficiente lluvia para seguir manteniendo el ecosistema boscoso tropical húmedo. Esto tiene implicaciones para la biodiversidad, la captura de dióxido de carbono que mitiga el calentamiento global y para la generación de oxígeno.

Pero estas amenazas son demasiado técnicas para que las tomen en serio los políticos populistas. Estos apelan a las demandas inmediatas e intuitivas del “pueblo”. Si Trump y AMLO no pudieron aceptar la importancia de un simple cubrebocas para detener la propagación de un virus, es imposible que se detengan a analizar la cadena de causas-efectos que nos llevan al Apocalipsis ambiental. Máxime cuando intelectuales que los influyen, como Ann Coulter o Ackerman, están obsesionados con emprender batallas ideológicas contra el centro.

Biden ha amenazado con sanciones a Brasil por la destrucción de la Amazonia. Y Ackerman nos pide “abrir los ojos” al peligro que representa. Al hecho de que el Plan Colombia fue concebido por el candidato demócrata.

Cierto, dicho plan utilizó políticas violentas de guerra contra las drogas, pero lo curioso es que las imposiciones de Trump no sean denunciadas con todas sus letras. América Latina puede y debe defenderse de políticas imperiales y neocoloniales unilaterales, provenientes de una potencia, pero asimismo debe aceptar que las frágiles selvas tropicales que tenemos encomendadas no son sólo nuestras. Son órganos vitales del planeta. Pertenecen también a las generaciones futuras.

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