El Presidente es de todas y todos

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser larazondemexico

La gobernabilidad no puede ser excluyente. Quien gana una elección gobierna para todos y no solamente para quienes sufragaron en favor del triunfador.

Sin embargo, el o la gobernante tiene una obligación inmediata con quienes le dieron el triunfo, se crea un explicable pacto entre los ganadores y quienes votan por ellos.

La gobernabilidad se establece a partir de lo prometido, a lo que se suma la capacidad que se vaya teniendo para entender los tiempos que se viven, sin pasar por alto un hecho fundamental y clave para la gobernabilidad misma: no se gobierna sólo para simpatizantes y militantes.

Se gobierna para todos, bajo la premisa de la integración de la sociedad y por mandato quien accede a un cargo de elección popular está obligado a ello. No tiene sentido solamente atender a quienes están con el gobierno, porque no se cumple con los mandatos constitucionales y democráticos del país.

Las desigualdades sociales en una sociedad como la nuestra es lo que urgentemente se debe atender, es la prioridad que el Presidente ha apuntado desde hace muchos años, “primero los pobres”. Lo que debe contemplarse de manera paralela es el conjunto de la sociedad y la importancia de partir de que el desarrollo integral permite que las políticas públicas, diseñadas para enfrentar la desigualdad social, se fortalezcan y puedan alcanzar sus objetivos.

La atención y desarrollo de los programas de gobierno hacia los más desprotegidos requiere de una gobernabilidad completa que permitan y den cauce a la integración. No va a servir mucho cambiar los esquemas en donde los que hoy viven bajo la desigualdad desplacen a quienes están bajo otras condiciones.

El tema es importante, porque hay una tendencia del Gobierno en dirigirse fundamentalmente a quienes están con él bajo la explicación y justificación de una legitimidad nunca antes establecida. También se argumenta que 30 millones de ciudadanos votaron por López Obrador debido al programa que presentó como candidato y que lo que está haciendo su gobierno es precisamente instrumentarlo. Lo prometido en campaña, fue una de las bases del triunfo. Lo que se está haciendo, se asegura, es cumplir con lo que se planteó y prometió como candidato. La legitimidad, la cual no está a discusión, es la que lleva a establecer las políticas del gobierno sin importar muchas veces la forma en que se instrumentan.

Uno de los elementos que están a debate es si la legitimidad da para poder gobernar sin importar el sector de la población que no está con el Presidente, que no votó por el Presidente o que se ha ido convirtiendo en su oposición.

El tema es de debate y de enorme relevancia, porque bajo el criterio de legitimidad, la oposición es también legítima en función de los votos que recibió, a la vez que representa a un sector de la población que también tiene un Presidente, haya votado o no por él, y forma parte de la gobernabilidad que se establece desde las estructuras de gobierno.

Lo que está pasando está colocando en el medio un cuestionamiento sobre la atención que el Presidente otorga a unos y otros. Todo indica que se parte de una visión parcial de la sociedad, lo cual se sustenta en el voto, el cual si bien es un mandato bajo la gobernabilidad de país, debe tener una mirada amplia porque al final el Presidente, insistimos, es el Presidente de todos.

Quizá el tema no sea por ahora motivo de atención, presumimos que después del 2021 entrará de lleno en la controversia y polémica.

Lo que es un hecho, es que López Obrador es el Presidente de todos, tiene que gobernar para todos y así será estos 6 años.

RESQUICIOS.

La importancia de que el lío de Morena termine bien es que a partir de acuerdos y compromisos puedan coexistir las diferentes corrientes políticas. Presumimos que algunas de ellas en el marco de la organización partidista, podrían convertirse en una tendencia que no se guarde sus críticas al gobierno que a menudo parece ser de un hombre solo.

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