Maradona: Poder en el campo

FRENTE AL VÉRTIGO

Pedro Sánchez Rodríguez larazondemexico

La figura de Maradona trasciende a lo futbolístico. Es un símbolo social para Latinoamérica y los países en desarrollo. Maradona representó por mucho tiempo el valiente enfrentamiento de los oprimidos, frente a los poderosos. El segundo gol del partido Argentina contra Inglaterra, en México 1986, mejor conocido como el Gol del Siglo, no sólo le dio el pase a la Albiceleste a las semifinales. El Barrilete cósmico superó a cinco ingleses y a su portero y dejó fuera al equipo de La Rosa, cuatro años después de la derrota argentina en la Guerra de las Malvinas, impulsada por una violenta dictadura militar en decadencia. Fue, al final de cuentas, una revancha.

El futbol en Argentina es más que un deporte. Argentina fue sede de la Copa Mundial en 1978 a dos años del golpe militar a Isabelita Perón, que instauró el Proceso de Reorganización Nacional. La Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) fue un centro de tortura y exterminio de la dictadura cívico-militar argentina ubicado en la Avenida del Libertador a dos kilómetros del Estadio Monumental propiedad del River Plate. Desde este centro clandestino de la dictadura, hoy un espacio para la memoria y los Derechos Humanos, los detenidos escucharon los tres goles que le anotó Argentina a Holanda en la Final de la Copa del Mundo del 25 de junio de 1978. El triunfo argentino y el futbol, era un desahogo para una sociedad en conflicto.

Ocho años después, en México, Maradona llevó sobre sus hombros a un equipo argentino que no tenía las tablas para ser campeón del mundo y lo fue. La semifinal contra Inglaterra le dio a Maradona dos icónicos goles. Primero, la Mano de D10s y, segundo, el Gol del Siglo. En ese momento Maradona se convirtió en un ídolo deportivo, popular, cultural e incluso objeto de devoción religiosa para la Iglesia maradoniana.

Maradona también era una persona política y de izquierda. Llevaba tatuado en el hombro derecho a Ernesto El Che Guevara y en la pierna izquierda a su amigo Fidel Castro. Admiraba al expresidente venezolano Hugo Chávez y simpatizaba con Nicolás Maduro. Tenía un vínculo cercano con Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, su nombre incluso fue propuesto para ser candidato a la vicepresidencia: celebró la victoria de López Obrador en México.

La adoración a Maradona también es generacional. Luego de su último contra Nigeria en la Copa del Mundo de 1994 en Estados Unidos, su figura se vio diluida, sobre todo, por los escándalos por su adicción a la cocaína. Al tiempo las nuevas generaciones comparamos a Messi o a Cristiano con Maradona, sin más argumentos que su habilidad en el regate y su efectividad. Maradona tenía algo más: poder. La capacidad de causar pánico a la mitad de un equipo con sólo pararse en el campo.

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