Vademécum mexicano contra el Covid-19

COLUMNA INVITADA

Alberto Banuet A.
Alberto Banuet A. La Razón de México

Cuentos chinos

Para establecer el contexto, los cuentos chinos se le atribuyen a Marco Polo, quien al volver a Italia de su viaje a China, contaba historias sobre animales mitológicos y murciélagos gigantes, fábulas asombrosas que nadie creía y de ahí que, cuando se habla de un embuste o una mentira, se dice que son cuentos chinos.

A más o menos un año que nos enteramos que se nos venía encima un virus procedente de un murciélago que alguien se desayunó en un mercado de Wuhan y que resultó ser, la mamá de los cuentos chinos, nuestras vidas cambiaron para siempre…

Desde ese momento se puso en marcha la tradicional costumbre de búsqueda de remedios para atacar a un bicho que no conocíamos, los mexicanos somos pródigos en esa categoría de medicina tradicional, la que, sin lugar a dudas, se da un quien vive con la ayurvédica o incluso con la china que no pudo con la plaga que ellos mismos generaron.

Irremediablemente el virus llegó a México, el 28 de febrero del 2020 se informó que dos personas presentaban síntomas y que estaban aisladas, una en el INER y otra en un hotel en Sinaloa y en ese preciso momento se activó esa extraordinaria maquinaria mexicana inspirada en siglos de experiencia en el manejo de hierbas, raíces y otros elementos naturales.

Como reguero de pólvora, otro invento chino, empezaron a correr versiones de que con una infusión de hierbabuena y miel estaríamos a salvo, luego, que con moringa, seguido de uno muy efectivo, miel, jengibre, ajo y aspirina, eso sí, en ayunas, después, que una infusión de Artemisa, porque con eso curan la malaria en África, pues que no, la albahaca es lo mejor incluso más efectivo que el té de tamarindo que es casi tan bueno como el sancocho del maguey morado de Yucatán que de paso te ayuda a bajar la panza.

De repente se acordaron de la cúrcuma que, aunque no es mexicana, ya se incluye en varios de los remedios, pero para que funcione se tiene que tomar con canela y miel, incluso con unas gotas de vinagre para que amarre.

Hay que tomar vino de Baja California dijeron, porque esas uvas tienen mucho resveratrol, y si no hay para vino mejor tomar mucho café de Chiapas o de Oaxaca, porque están cargados de teofilina y teobromina y se sabe que esas sustancias ayudan mucho a disminuir los efectos del Covid.

Como es lógico, los ingredientes de los remedios varían según las regiones, lo que no es obstáculo para que se puedan usar en cualquier parte de México, primero porque somos muy comunicativos y segundo porque con las mensajerías que tenemos, de un día para otro podemos tener en Tabasco polvo de víbora de cascabel que viene de Zacatecas o recibir en Monterrey un atado de marihuana medicinal o CBD, componente importante del PIB de varios estados, con la ventaja adicional de que si no lo cura cuando menos te ayuda a olvidar por un rato.

La hierba santa es buenísima decían, en el nombre lo lleva todo; el momo y el pelo de elote, la cabellera y el neem, se habló aunque poco, de la pingüica, la valeriana, árnica, el estafiate, la sábila y la ruda y el epazote en sus tres variedades, el blanco, el verde y el morado, y había quien aseguraba que no había como el cuachalalate que posiblemente sólo sería superado por una infusión de verbena con miel y como la miel de abeja parece ser el vehículo ideal para la mayoría de las infusiones, la apiterapia ocupa un lugar preponderante en la lista de remedios, al grado que hasta la UNAM le entró con una interesante conferencia en línea, sobre el uso del propóleo, miel y jalea real en el combate del coronavirus, por cierto, interesante, bien documentada y científicamente comprobada.

No podía faltar el romero y el tomillo y, por supuesto, aparecieron en la lista debiéndose tomar como infusión con miel, extrañamente ni el agastache, el muérdago, el trébol rojo o la mejorana se han mencionado, aunque si el chipilín, hierba muy apreciada en el sureste, pero como su promotor principal tiene mala fama, como que no le hicieron mucho caso.

Quienes estudian la extensa herbolaria mexicana sostienen que hay más de 5 mil plantas medicinales, varias para cada afección y si es así será el cuento de nunca acabar.

Existen otras categorías en el tratamiento del virus chino, la de los remedios físicos y de los fármacos registrados, quien no se acuerda de la locura en la compra de hidroxicloroquina, sólo superada por la del papel sanitario, el remdesivir, lopinavir, ritonavir, interferón, anaferón, vitamina D, vitamina C, ivermectina, incluso la que se usa en medicinas veterinarias que la gente del campo toma y que jura sirve para curarse.

Todas ellas han sido desplazadas ahora por el dióxido de cloro que sostienen sus seguidores —organizados como si fueran una secta religiosa clandestina — es el único remedio viable, a bajo costo y que está siendo bloqueado por la industria farmacéutica en contubernio con el Gobierno federal, que se niega a aceptar los resultados evidentes de su efectividad.

En el apartado de los remedios físicos destacan dos, el de la pistola secadora de pelo que, según su descubridor, habría que apuntar hacia la cara para respirar aire lo más caliente posible por 20 minutos, porque el virus no aguanta el calor y el extraordinario invento de la mascarilla saturada de alcohol para inhalar a través de ella bajo el irrebatible argumento científico de que si el alcohol líquido mata el virus en las manos, en forma gaseosa debe hacer lo mismo en los pulmones, ambos procedimientos explicados gráficamente y cuidadosamente editados en videos caseros y en los que los descubridores evidentemente terminan lagrimeando por la irritación y los que los hemos visto también, pero de risa.

Y por fin, llega la vacuna, esa que dicen los promotores del dióxido de cloro, que va a incluir un chip para que Bill Gates sepa por donde andas y hasta los números de tus cuentas bancarias, esa que te va a meter un código genético para modificar tu ADN y convertirte en zombi al servicio de la 4T para que votes por ella siempre, si, esa que te convertirá en súbdito de las farmacéuticas porque te tendrán a su merced.

Al final, para evitar contagios o procurar la cura, sólo queda usar el remedio de tu predilección, aplicar el sentido común, usar la mascarilla, no hacer reuniones, mantener distancia prudente, lavarse las manos, usar jabón líquido o con alcohol, bañarse al llegar de la calle, pero si no tienes a qué salir no lo hagas y si de casualidad, algún día, llegaran suficientes vacunas a México y tienes la oportunidad, vacúnate.

*Ganadero

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